martes, 1 de abril de 2014

abril 01, 2014

Por la abundancia de veletas o molinos de viento, Mérida ha sido comparada a un prado de margaritas: "la ciudad de las veletas" se le ha llamado en diversas ocasiones. Pero en 1889, no había en Mérida más que un molino instalado sobre sólida torre de madera, en la quinta de don Eusebio Escalante, sita en la calle 60, la que fue cortada para prolongar la Avenida Colón.

Una veleta del mismo tipo fue instalada poco después en la quinta hoy llamada "Iturralde" y que entonces se llamaba "de los alemanes", por ser propiedad de los sucesores de J. Crassemann.