martes, 8 de abril de 2014

abril 08, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 8-IV-14

Casi nadie habla de ella y quienes la conocen prefieren no hacer notorio su valor. Pasa desapercibida, como uno más de esos cientos de órganos del Estado. Y hay una gruesa cortina de humo que contribuye a mantener a esta joyita en una especie de público secreto.

La cortina de humo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), entidad poderosa que en los últimos años ha marcado un grado de independencia que no se le había visto antes.


Todo mundo habla de la Corte, de sus 11 ministros, de los plenos, las salas, las ponencias y las resoluciones. Se les corteja y cabildea igual que se les teme, conquista y respeta.


Pero el verdadero poder del Poder Judicial no está en la Suprema Corte. Está en el Consejo de la Judicatura Federal: tiene un presupuesto de 43 mil millones de pesos (10 veces más que la SCJN) y sin mayor escrutinio público, prácticamente sin contrapesos, pone y quita jueces, los sanciona y premia, los cambia de lugar y los sube de puesto.

El Consejo de la Judicatura Federal (CJF) es encabezado por el presidente de la Suprema Corte, que funge de “consejero presidente”. Hay otros seis miembros: tres los designa el pleno (los 11 ministros, pues) de la Corte, dos los nombra el Senado y uno el Presidente de la República.

Este año, la Suprema Corte cambia de presidente. Se va el ministro Juan Silva Meza. Desde hace semanas los cabildeos están intensos para sucederlo entre los 11 ministros que votan. Los puestos de jueces, titulares de comisiones y consejeros del CJF van a ser moneda para conquistar voluntades.

Sobre todo, porque el Consejo de la Judicatura quedará casi completamente renovado en breve:

De entrada, de los siete consejeros, actualmente hay dos sillas vacías. Son los asientos que el Senado debe nombrar y no lo ha hecho. Jorge Moreno Collado concluyó su encargo hace casi año y medio, pero en la Cámara Alta no han sido capaces de acordar su relevo (por reparto en el Congreso, este espacio le tocaba al PRD, pero entre ‘tribus’ perredistas no se pusieron de acuerdo sobre a quién postular). Además, el mes pasado dejó su sitio el panista César Jáuregui. Tampoco tiene remplazo (tras la indefinición perredista, PAN y PRI amagaron con repartirse uno y uno, pero tampoco ha sucedido). Son dos de siete.

A finales del presente año vence el asiento que determina el Presidente de la República en la Judicatura, y que hoy ocupa el panista y ex titular de la PGR, Daniel Cabeza de Vaca. Enrique Peña Nieto debe entonces mandar a su elegido. Tres de siete, y contando.

En enero de 2015 habrá nuevo presidente de la Suprema Corte y en automático se convertirá en el nuevo presidente del Consejo. Llevamos cuatro.

Y de los tres que designa el pleno de la Corte, uno fue nombrado apenas hace dos meses (José Guadalupe Tafoya Hernández) y otro, César Esquinca, finaliza el 30 de noviembre de este año. Seis de siete.

La única que no se renueva es la silla que ocupa Manuel Ernesto Saloma Vera, quien fue impulsado desde la Corte y termina su periodo hasta dentro de cuatro años.

Tremenda joyita escondida.