jueves, 13 de marzo de 2014

marzo 13, 2014
Juan Acuesta Rodríguez

Hola, lectores.

Por un amigo me enteré de un asunto que a mi forma muy personal de pensar considero sumamente grave.

Al momento que recibo la información, entré, vía internet, en busca de más documentación al respecto, de un sacrilegio acontecido el día 10 de los corrientes en Aragua, Venezuela.

Quiero pensar que las personas que profanaron el sagrario en ese lugar actuaron por efecto de algún estupefaciente y no motivados por las situaciones sociopolíticas que está viviendo ese país hoy en día.

No me considero ni un persignado ni mucho menos un mocho, pero sí una persona respetuosa de todas las religiones, al menos de las que conozco y existentes en mi país.

Lo ocurrido el día 10 en Aragua es un acto que va más ahí del vandalismo; es un acto que quizá intente provocar a todos los que profesan el cristianismo, pero en verdad les digo que están muy lejos de lograr una acción violenta, si es lo que pretenden.

La fuerza de todos los creyentes del cristianismo radicará siemptre en la unión, en la oración y en la prudencia.

Esto no quiere decir que debamos bajar la guardia. Debemos estar pendientes de todos y cada uno de los sitios en donde estén los sagrarios o en donde se profese la fe cristiana, porque quizá éste no sea un evento aislado, sino el principio de otros eventos.

Cuando me enteré, lo primero que me vino a la mente fue no creerlo. Pensé que esto solamente ocurría en algunos lugares de África, pero veo tristemente que me equivoqué. El hecho fue real y le pido a todos los católicos, presbiterianos, evangelistas, testigos de Jehová, adventistas, cristianos, etcétera, etcétera, etcétera, nos unamos en oración y en la vigilancia de nuestros templos y creencias. No caigamos en la violencia.

Cierto es, dentro del catolicismo se está dando un cisma por la existencia de sacerdotes corruptos, que espero en verdad el Papa Francisco tome las riendas sobre estos personajes y les inflija el castigo que merecen, pero también permita que la ley del hombre los juzgue.

Los hechos de Aragua son totalmente reprobables, como los hechos por estos sacerdotes. No con esto quiero salirme e inmiscuirme en lo que quizá no me competa, pero sí es prudente y puntual señalarlo.

Una vez más, les pido a todos los cristianos nos unamos en una cruzada de oración.