martes, 11 de marzo de 2014

marzo 11, 2014
ESTAMBUL, Turquía, 11 de marzo.- Gülsüm y Sami Elvan han pasado nueve meses soñando con el despertar de su hijo Berkin, que no pudo soplar las velas de su 15º cumpleaños porque estaba en coma. El nueve de marzo, ya presintiendo lo peor, escribieron a la prensa: "Su pequeño cuerpo resistió durante 267 días el daño causado por un proyectil de gas lacrimógeno lanzado por la Policía, igual que nuestro pueblo resiste al fascismo".

Pirotecnia contra la policía en Estambul el martes: las imágenes son una reminiscencia del movimiento de protesta del pasado verano. (DPA) (clic a las imágenes)

A las siete de la mañana de este martes y con Estambul ahogada después de cuatro días de lluvia persistente, Berkin ha muerto. Al poco, docenas de personas se amontonaban a las puertas del hospital del distrito de Okmeydani para arropar a la familia. El llanto duró instantes. De repente, una horda de policías arrolló la concentración. Disparándoles latas de gas lacrimógeno, les echaron atrás.

Macabra casualidad, en esa carga, un hombre ha resultado herido en la cabeza por el impacto de una de esas latas. Justo como le pasó a Berkin el 16 de junio pasado. Del suceso se sabe lo justo. Las autoridades no investigaron. Se sabe que Berkin salió a por el pan para desayunar. Se sabe que estaba en las inmediaciones de una protesta cuando un proyectil cilíndrico de gas, lanzado por un agente, le hizo el cráneo migajas.

Les echaron a empujones

"A mi hijo no se lo ha llevado Dios, sino Erdogan", ha exclamado Gülsüm en su duelo matutino. Su conocimiento de causa alcanza a recordar aquella tarde de agosto en la plaza de Taksim. Intentó leer un manifiesto en la memoria de su hijo, entonces comatoso, y docenas de antidisturbios le echaron a ella y a sus acompañantes, entre empujones y patadas, de la céntrica plaza estambulita.

Berkin Elvan es el octavo fallecido en el marco de las protestas por el parque de Gezi. Fueron el estallido social que nació, a finales de mayo pasado, en respuesta a la violencia empleada por la Policía en desalojar una acampada ecologista para evitar la tala de un parque de Estambul. El primer ministro Erdogan acusó a los manifestantes de "terroristas", "antiislámicos" y "alborotadores". Ordenó mano dura contra ellos.

La policía turca ha utilizado granadas de gases lacrimógenos contra un grupo de manifestantes que protestaba por la muerte de un adolescente que entró en coma en junio de 2013 tras ser alcanzado por un bote de gas disparado por unos agentes en una manifestación. El joven no formaba parte de la misma, sólo iba a comprar pan. (AFP)

Los turcos han salido a las calles en varias ciudades (la foto, de Estambul) horas después de que Berkin Elvan, de 15 años de edad, se convirtiera este martes en la octava víctima mortal de las marchas en defensa del parque Gezi, en la ciudad de Estambul. (AP/dpa)

No sólo en Estambul (en la foto de AP/dpa), sino en Ankara y Esmirna, miles de estudiantes han protagonizado una manifestación en la que llevaban pancartas en las que se leía “Soy Berkin”. Fueron dispersados a manguerazos y con gases lacrimógenos.

Gas lacrimógeno contra los manifestantes en Estambul. “A mi hijo no se lo ha llevado Dios, sino (el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip) Erdogan”, ha denunciado Gülsüm, la madre de Berkin.(DPA)

Manifestantes en Ankara recuerdan a Berkin Elvan. (AFP)

En el curso de aquellas jornadas de puño y sangre, Ali Ismail Korkmaz murió en Eskisehir entre garrotazos de una turba en la que había supuestamente policías de paisano. A Ethem Sarisülük un antidisturbios le disparó en la cabeza con su arma reglamentaria. Mustafa Sari, policía, falleció al caer de un puente persiguiendo manifestantes. Hakan Yaman sobrevivió pese a que dice que policías le apalearon, le sacaron un ojo y le echaron a una hoguera.

Tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch han exigido repetidamente a Erdogan que investigue los turbios sucesos acaecidos durante las protestas de Gezi. Reclaman, especialmente, el fin de la impunidad policial en Turquía. Los casos de Korkmaz, Sarisülük y Mehmet Ayvalitas están en manos de jueces, aunque las vistas se han aplazado en varias ocasiones alegando motivos, a veces, de lo más peregrinos.

El gobierno contactó por primera vez con la familia de Berkin Elvan un día antes de morir el niño. Para entonces, sus padres ya habían declarado su intención de acudir hasta la más alta instancia judicial posible para esclarecer el asesinato del pequeño, hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Un terreno en el que Turquía gana por goleada en sentencias condenatorias: 2,639 desde 1959. Luego en el 'ranking' van Rusia y Ucrania. (El Mundo / Spiegel / periodismoalternativoblog.wordpress.com)