martes, 25 de marzo de 2014

marzo 25, 2014
LONDRES, 25 de marzo de 2014.- Mientras la flota internacional de aeronaves y barcos rastreaba afanosamente los océanos en busca del vuelo MH370 arrojando una cantidad ingente de especulaciones, los científicos de la compañía Inmarsat con sede en Reino Unido se enfrentaban a un auténtico rompecabezas encajando los datos de un satélite que ha procurado la primera conclusión sólida en relación al destino del Boeing 777 desaparecido el pasado 8 de marzo. El aparato que viajaba de Kuala Lumpur a Pekín con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo se estrelló en el océano Índico sur sin dejar supervivientes.

Miembros de la tripulación en la cubierta del barco australiano "HMAS Success": el mal tiempo obstaculiza la búsqueda del vuelo MH370 en el Océano Índico Meridional. (REUTERS/Australian Defence Force)

Inmarsat, creada en 1979 por la Organización Marítima Internacional para ayudar a los barcos a mantenerse en contacto y convirtiéndose posteriormente en uno de los operadores que ofrece soluciones Servicios Satelitales Móviles (SSM) más grandes del mundo, revelaba ayer el funesto desenlace que arrojaban sus complejos cálculos.

Aunque los sistema de comunicación del avión, que trasmiten su posición, fueron apagados, un satélite de esta compañía detectó las señales ping que automáticamente emite el sistema del avión. El minucioso análisis de estos datos concluyen que el avión voló al menos 5 horas más desde que se perdió la última señal. El recorrido del avión entonces, pudo realizarse a través de los dos corredores, hacia el norte o el sur.

La compañía británica recurrió a más datos de otros vuelos de Malaysia Airlines para refinar sus mediciones, lo que les llevó a la conclusión de que sólo podría haber estado viajando a lo largo del corredor del sur. Ayudados por el conocimiento de la cantidad de combustible disponible a bordo, la compañía precisó que la última posición del Boeing 777 fue en medio del océano Índico, al oeste de Perth, un lugar remoto, lejos de cualquier posible sitio de aterrizaje, lo que sólo deja la opción de que el aparato se estrellara en el océano Índico.

“No sabemos si el avión se mantuvo a una velocidad constante, si su rumbo se modificó. Lo que sí conocíamos era el combustible y el alcance del avión para determinar su recorrido y lo contrastamos con la información que manejábamos procedente del ping”, declaró el vicepresidente de Inmarsat, Chris McLoughlin, a Sky News.

Un pitido que se aleja

En este complejo proceso se ha aplicado además un ejercicio pionero en el análisis de datos nunca utilizado antes, según el primer ministro de Malasia, Najib Razak, que utiliza el efecto Doppler. Este sistema describe el aparente cambio de frecuencia de una onda producida por el movimiento relativo de la fuente respecto a su observador y explica el cambio de sonido de una sirena al aproximarse y luego alejarse.

"Si te sientas en una estación de tren y escuchas el pitido del tren, el sonido cambia a medida que se aleja. Eso es lo que tenemos aquí", explicó el meteorólogo de CNN, Chad Myers, que ha estudiado la tecnología Doppler.

Inmarsat reveló esta información el 12 de marzo pero el gobierno malasio no la hizo pública hasta el 15 de marzo. Hasta ese momento no se redireccionó la búsqueda hacia ese lugar. En este sentido, muchos expertos sugieren que fue un error que esta información no se hiciera pública antes, ya que se hubiera evitado rastrear erróneamente.

Otra de las críticas se dirige a las dos semanas que ha tardado la compañía británica en ofrecer una respuesta. Aunque muchas de las búsquedas diarias a través de vastas extensiones del océano Índico se han basado en la información Inmarsat, la gran cantidad de datos por analizar no ha podido permitir una respuesta fiable hasta quince días después.

La sala de control de Inmarsat en Londres (cerca de la estación de metro de Old Street), al igual que algunos de sus otras 60 instalaciones en el resto del mundo, parece una versión en miniatura de la NASA, según señala el rotativo The Guardian. Una gran pantalla muestra las posiciones de sus 11 satélites geoestacionarios, con los que tiene una cobertura de casi todo el planeta, exceptuando los polos Norte y Sur.

Las soluciones de Inmarsat están orientadas a áreas fuera de cobertura de sistemas de comunicación tradicional y entre sus usuarios principalmente se destacan agencias gubernamentales, organismos internacionales, empresas de Petróleo y Gas, Minería, transporte marítimo, entre otros. Los sistemas de esta compañía permiten a los pasajeros realizar llamadas desde sus asientos y utilizar Wi-Fi y conectarse a Internet durante el vuelo. (ABC)