martes, 25 de marzo de 2014

marzo 25, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 25-III-14

Pocos detalles se han revelado de las condiciones en que vive Joaquín El Chapo Guzmán Loera en el penal de máxima seguridad del Altiplano, con sede en Almoloya de Juárez, Estado de México.

Quienes han tenido acceso a la averiguación previa de la PGR cuentan que ha sido cauteloso en sus declaraciones, que parece haberse preparado por años para el momento que enfrenta, que no se equivoca en qué decir y qué callar. Sabe el poder de sus dardos.


Estaba nervioso en los primeros minutos tras su arresto en Mazatlán y luego en el vuelo hacia el Distrito Federal, según revelan algunos de los que lo vieron. Quería saber a qué cárcel lo trasladarían. Temía que fueran a torturarlo. Se expresaba preocupado por su familia hasta que las autoridades le garantizaron que no había nada contra su esposa y dos mellizas que se encontraban con él la madrugada en que lo aprehendieron.


Le permitieron hacer una llamada telefónica y le marcó a su cónyuge, Emma Coronel. Le dijo que estuviera tranquila, que le diera todo el expediente de su caso “al abogado” y que la esperaba en unos días para que lo visitara en prisión.

Un mes después, El Chapo está en la cárcel preparando sus memorias —un best seller indudable para el que seguramente varias editoriales se mostrarán hambrientas— y las autoridades temen que pueda fugarse otra vez, como lo hizo en 2001 del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco.

Hasta el escritorio del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, han llegado los diagnósticos de que no es completamente confiable el cuerpo de agentes de la Policía Federal encargado de resguardar las sofisticadas instalaciones carcelarias del Altiplano.

Este fue otro de los factores por los que se decidió reforzar el mando en la Comisión Nacional de Seguridad con la salida del honorable y caballeroso doctor Manuel Mondragón y Kalb para buscar más dinamismo en la gestión a través de Monte Alejandro Rubido García.

El peligro de que Guzmán Loera se escape de la cárcel pesa ya en la evaluación sobre la posibilidad de extraditarlo a Estados Unidos. El gobierno federal tiene frente a sí la apuesta de tomar control total de la cárcel federal para demostrar mando y fuerza, o eludir el escándalo que sería una segunda fuga de El Chapo endosando la bronca a la administración de Barack Obama.

SACIAMORBOS

El día que capturaron a El Chapo estaba con seis personas más en el departamento 401 de la torre Miramar del malecón de Mazatlán, Sinaloa: “Cóndor” que era su jefe de seguridad, “La Chapis” su cocinera, una nana de sus hijas, su esposa Emma y sus mellizas de tres años de edad. Las niñas nacieron en California. Relatan que Guzmán Loera iba frecuentemente a Estados Unidos usando identidades falsas, y allá las autoridades por años no lo agarraron, aunque su ayuda sí fue clave para ubicarlo y detenerlo en territorio mexicano hace un mes.