sábado, 22 de febrero de 2014

febrero 22, 2014
Gilberto Avilez Tax

Todos los portales de los diarios lo dicen, que el Chapo ha sido capturado en un hotel de Mazatlán, que una persona parecida al Chapo fue capturada (la imagen que inserto la dio a conocer The New York Times), que el Chapo regresa con vida a su celda después que saliera de Puente Grande –o de Puerta Grande- para construir uno de los mayores emporios de la droga en el mundo entero en poco más de una década. Se decía que Guzmán Loera fue el narco de los dos sexenios panistas, que sin ellos, los verdaderos señores del narco, no pudo llegar donde llegó, y que a la par que se le hacía la guerra a las otras bandas delincuenciales, al poderoso Cártel de Sinaloa se le deba carta blanca para hacer y deshacer.

¿Significa esta supuesta captura del Chapo Guzmán el fin del sexenio de la muerte iniciado en diciembre de 2006 por el derechista Felipe Calderón Hinojosa, cuando éste decretara autoritariamente la guerra sin cuartel al narco? El sexenio de la muerte, el gran osario que se convirtió el país con cifras que rebasan los 50,000 muertos; el sexenio de los pozoleros y la sosa cáustica como razón ontológica del desprecio a la vida, de las cabezas sin cuerpo y los cuerpos sin cabezas, de los cadáveres cayendo de avionetas en el desierto de Sonora, de los narcoperredistas y de la clase narcopolítica en general, de Guerracruz, del horror de San Fernando, de las bombas en Morelia, de las desapariciones forzadas y las muertes de periodistas, del Monterrey acribillado, de los arcos o “narcos” del milenio, de las 11 cabezas de Chichí Suárez, del disparo de la violencia en el norte y sur de Quintana Roo, del armamento sofisticado de los narcos comprados a los gringos, de la literatura de la violencia y los corridos de la violencia narca, de las reinas y esclavas del sur, de los enfrentamientos entre marinos-soldadezca y grupos delincuenciales, de la militarización del país y de la gangrena del país, de la antropología de la violencia y la historia azorada por la crisis del cambio de ciclo. El sexenio de la muerte, el sexenio de ¡Ya estamos hasta la madre!, el sexenio mandril, el sexenio que acribilló a sus hijos y a sus bastardos, a un tiempo que coronaba a los señores del narco y el narcocorrido se dejaba oír, sordo y absurdo, con sus ruidos de muerte.


El sexenio de la muerte no terminó en 2012, porque las cifras de 2013 fueron macabras: los muertos, los ajustes de cuentas, el vaciamiento del monopolio de la violencia en regiones como Guerrero y Michoacán se acendraron, y a la par que el silenciamiento de bandas delincuenciales como los Zetas, el cártel del golfo y de los Beltrán Leyva se confirmaba, los desmanes de los Caballeros Templarios hacían que surgiera el paramilitarismo y que el pueblo tomara las armas defendiendo su integridad y su espacio vital. Vuelvo a repetir, ¿significa la captura de Guzmán Loera el restablecimiento de los causes de la violencia a términos anteriores al año 2000?, ¿en verdad el PRI sabe cómo parar al México bronco, o es el México bronco el que ha regresado nuevamente a gobernar con la careta de la tranquilidad y la eficiencia en seguridad nacional?

¿Es él o su sosias?, ¿en verdad es Guzmán Loera, o alguien parecido a él mientras que Guzmán Loera pactó su salida del narco, pidió vacaciones de por vida, pidió que se le respetara sus mil millones de dólares para seguir teniendo la membresía Forbes, que le asignen otra identidad y que se vaya a seguir de putas, pero como Dios manda, viviendo del fruto de su trabajo? Ver para creer como dijo Santo Tomás: que lo presenten, que le hagan pruebas de ADN, que se le exhiba en jaula como al Abimael Guzmán, que un grupo de expertos nacionales e internacionales verifique eso y que no sea otra chingadera del gobierno.