lunes, 10 de febrero de 2014

febrero 10, 2014
Publicada el lunes 10 de febrero.- El ex presidente de México dijo que en el inicio de 1994 intentaron afectar su gobierno por el proceso reformador de su administración.

Texto Rogelio Cárdenas Estandía

"Intentaron descarrilar mi gobierno"

Carlos Salinas de Gortari habla con firmeza cuando explica que lo sucedido en 1994 fue una respuesta de quienes vieron sus intereses afectados por “el proceso reformador” de su sexenio, que antes se beneficiaban de un sistema cerrado y anquilosado. “Habían apostado a descarrilar las reformas, como no pudieron, entonces promovieron el descarrilamiento del gobierno”, dice mirándome a los ojos, convencido de que su sentencia es una verdad irrefutable.

- Durante los últimos meses de su sexenio hubo dos magnicidios, un movimiento armado, una precrisis. ¿Qué fue lo que pasó?

Lo que vivimos en ese inicio de 94 fue un intento de descarrilamiento del gobierno como respuesta al proceso reformador tan intenso que habíamos llevado a cabo: en la parte económica, pero también en la social con la transformación del artículo 27, la reforma educativa, la reforma de relaciones con las iglesias que rompía un tabú, pues el artículo 130 era el único no tocado de la Constitución en 70 años.

- ¿Afectó intereses?

Sí. Ante todo ello había una resistencia de los grupos que antes se beneficiaban de un sistema tan cerrado y anquilosado, que habían querido descarrilar las reformas y no pudieron, entonces decidieron descarrilar al gobierno, y eso es lo que intentaron en 1994. Pero [logramos] ofrecer paz, diálogo y mantener la circunstancia institucional para llegar, dentro de la inmensa dificultad, dolor y tragedia, a una elección presidencial que ha sido de las menos controvertidas, donde los mexicanos, muchos dicen “es que salieron a votar por temor”, ¡no! Salieron a votar masivamente como un acto de responsabilidad y dijeron “si hay reto, si hay problema, a las urnas vamos todos”, y una transmisión pacífica y constitucional del poder al final del año muestran que quienes estaban en contra del proceso reformador no lograron ni revertir las reformas ni tampoco derribar al gobierno.

- Cuando se da ese intento de descarrilamiento, ¿usted sentía que todo iba perfecto?

¿Usted cree? Cuando se tiene esa responsabilidad nunca se piensa que todo va perfecto, no era mi caso, al contrario…

- Pero íbamos “viento en popa” y todo se cayó de repente.

Pues no se cayó, porque ahí está el Tratado [de Libre Comercio] 20 años después. ¿Qué tal? ¿Cómo ve el Tratado 20 años después? No se cayó. Fue un anticlímax que generó el levantamiento del EZLN, se volvió un anticlímax mediático, y lo que hoy perdura son precisamente los resultados de esa gran reforma, uno más, ese instrumento que es el TLC, y lo que provocó el anticlímax se quedó también. Marcos hizo una autocrítica, [dijo] que en Chiapas, un estado con tanta pobreza, los municipios más pobres son donde tiene vigencia el EZLN.

- ¿Siente que los hechos están relacionados? ¿Son una pieza de dominó que al caer tiró a las demás?

Yo creo que los sucesos del 94 tienen que verse en el contexto del proceso reformador de antes, y de lo complicadas que son las sucesiones presidenciales en México siempre.

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Salinas de Gortari dijo sobre Camacho Solís que cuando las gentes se vuelven irrelevantes buscan cómo recuperar cierta relevancia

“Camacho Solís se había vuelto irrelevante”
La rebelión zapatista en Chiapas cayó como balde de agua helada en los ánimos de los funcionarios federales. En la víspera del 1 de enero de 1994, recta final del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, en los pasillos de las secretarías y en el Congreso se vivía un ambiente optimista. La economía parecía sólida y con la entrada en vigor del TLCAN había expectativas desbordantes.

- ¿Existían indicios o reportes de inteligencia sobre la guerrilla en Chiapas antes del levantamiento?

Claro, fueron públicos. En 1993 ocurrió un enfrentamiento en Chiapas entre unidades del Ejército y esta guerrilla; y un político de izquierda dijo: “Es falsa la existencia de la guerrilla en Chiapas, es un invento del gobierno para desatar la represión”. Nosotros lo que hicimos con esta información fue redoblar la estrategia social y trabajar intensamente. Una de las paradojas que ha señalado Carlos Tello [Díaz] en su libro sobre Chiapas [La rebelión de las cañadas] es que dice que mi gobierno fue de los que más invirtieron en Chiapas en programas sociales, y fue cuando estalló el levantamiento.

- ¿Quién le informa de este levantamiento esa noche?

El secretario de la Defensa (el general Antonio Riviello Bazán).

- Ante la rebelión zapatista, ¿cuáles fueron sus primeras decisiones?

La reacción inmediata fue la preocupación sobre la seguridad de la población de San Cristóbal, después siguió fluyendo la información sobre los enfrentamientos tan intensos en Ocosingo, entre las policías estatales, primero, que fueron totalmente derrotadas por el grupo guerrillero, y, después, la intervención del Ejército que permitió en unos días terminar con el levantamiento armado. Pero lo que más preocupaba, sin lugar a dudas, era contener un levantamiento guerrillero y, sobre todo y de inmediato, el problema social que eso generó, que fue el asunto de los desplazados, aquellos indígenas que salieron literalmente expulsados de las comunidades donde se había levantado el grupo guerrillero.

- ¿Por qué a los 10-11 días del levantamiento cambia su estrategia, de la fuerza al diálogo?

Porque ya había terminado la fase de contener y evitar el levantamiento armado. La Primera Declaración de la Selva Lacandona decía claramente que su objetivo era derrotar al Ejército, derribar al gobierno, implantar un nuevo gobierno en la capital de la República con una orientación marxista-leninista. Era un intento de derrocamiento del Estado. Hay que ponerlo en su contexto.

La verdad es que el levantamiento del EZLN tuvo un extraordinario impacto mediático, pero nulo impacto una vez que ya se pudo contener en términos militares. Y lo más importante es que yo recibía dos tipos de presiones: dentro del gobierno, incluso de la sociedad civil, había gente en el gobierno y gente en la sociedad civil, de izquierda y de derecha, que decían “hay que aniquilar ese grupo”. Los de derecha porque traían los reflejos anquilosados de antes, y los de izquierda porque decían “es que van a echar abajo todo el avance democrático que estamos teniendo en el país”. Y desde esa óptica tenían su razón.

Y al mismo tiempo las convicciones personales, resuelta la parte militar, y ante el terrible problema de los desplazados y el impacto social que eso llevaba, fue lo que me motivó, como comandante supremo de las Fuerzas Armadas, a hablar con el secretario de la Defensa, quien me dijo: “Nosotros ya no tenemos problema”. Entonces decidí dar por anticipado lo que generalmente se da al final de los procesos de negociación guerrillera: la suspensión unilateral del fuego y el diálogo hacia la paz.

- En una entrevista reciente con EL UNIVERSAL, hace unas semanas, Manuel Camacho Solís dijo que él fue quien lo convenció de evitar una acción militar a gran escala.

Mire, él como otras personas eran de esa opinión y estaban en contraposición a las que yo me refería hace un momento, que insistían en la acción de la fuerza física, así que yo valoré los dos grupos de expresiones y por eso se procedió con la decisión que yo tomé como comandante supremo.

- Por esos días usted anuncia “cambios a lo que no funcionó”. ¿A qué se refería?

Sobre todo a los sistemas de información, pues si bien sabíamos que había un problema de esa dimensión, francamente la guerrilla mostró una capacidad de fuego muy superior a la que se había anticipado. Prueba de ello es que lo de Ocosingo fue una verdadera batalla prácticamente en forma, y que el cuartel militar cerca de San Cristóbal estuvo a punto de caer en manos del grupo que quería repetir la imagen del Moncada, un movimiento tipo castrista repetido en México.

Nada más para terminar. Usted me hizo una pregunta sobre Manuel Camacho y se la respondí, pero me llamaron la atención unas cosas que dice [véase “La apuesta de Salinas era acabar con la guerrilla”, Aponte, David, EL UNIVERSAL, 2 de enero de 2014] porque, además de que algunas son “invenciones fantasmagóricas”, sobre todo las que cita verbalmente, cosas que dice que yo le di, luego en otro periódico sacó un documento que decía que me había proporcionado. Llegó un momento en el que él ya se había vuelto irrelevante, porque yo no recuerdo ese documento. Me sorprende que a 20 años de distancia quiera aparecer con un documento que son de los que se publican en su momento, si de verdad existió [se refiere al informe de Camacho, cuando renunció como comisionado para la paz en Chiapas, donde advierte de los riesgos de retomar acciones militares].

- Camacho dijo: “Salinas quería actuar con toda la fuerza, y tuve que llegar yo, y fui el único que hizo que se lograra la paz”.

Pues eso piensa él. Mire, cuando las gentes se vuelven irrelevantes buscan cómo recuperar cierta relevancia, y entonces generan una cierta idea y se ubican como los únicos posibles, pero eso es una condición humana comprensible. Yo lo definiría, con las palabras de Luis Donaldo Colosio, candidato, a propósito de Manuel Camacho: “Este Manuel no cambia porque no aprende”.

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Salinas de Gortari dijo que la muerte de Luis Donaldo Colosio es un hecho cuyo impacto todavía no se aleja de él, a 20 años de distancia

Muere Colosio y viene “conato de crisis política”.

El 23 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la Presidencia de la República, es asesinado en Lomas Taurinas, una colonia popular en Tijuana. Todo se dio en medio de un enrarecido clima político derivado del levantamiento zapatista, del protagonismo cada vez mayor de Manuel Camacho Solís, comisionado para la paz en Chiapas, y de los insistentes rumores sobre las fracturas en la relación entre el presidente y el candidato priísta.

Al clima político hay que añadir los errores y omisiones que se cometieron en el curso de la investigación sobre la muerte del candidato, lo cual generó grandes sospechas entre la población en torno a la versión oficial del asesino solitario. Extraoficialmente, se ha señalado la existencia de un complot gubernamental detrás del asesinato y la idea de que éste tuvo por objetivo frenar una corriente de cambio dentro del PRI.

- ¿Qué ideas compartía usted principalmente con Luis Donaldo?

La gran sensibilidad social que tenía. Cuando fue secretario de Desarrollo Social su compromiso con el Programa Solidaridad. Como dirigente nacional del PRI, era la esperanza de tener por fin un ex presidente del partido que era candidato a la Presidencia de la República, y su convicción de la consolidación de las reformas para la modernización económica y política del país. Era el candidato ideal, esperado, dentro del proceso reformador y dentro del propio PRI.

- ¿No creó controversias dentro del PRI?

¿Dentro del PRI? No, dentro del PRI era el que toda la estructura del partido estaba esperando. Acababa de dejar dos años antes la presidencia del partido, era senador de la República, había sido diputado, tenía todas las cualidades partidistas, pero además la visión transformadora del país por haber participado en las reformas dentro del gobierno. No, dentro del PRI, no.

- El 5 de marzo de 1994, días antes de su asesinato, Luis Donaldo Colosio pronunció un discurso que se tituló “Un México con hambre y sed”. ¿Qué opina de ese discurso que marcó al candidato?

Ese discurso Luis Donaldo me hizo el favor de enviármelo antes, lo comentamos. Era el discurso natural de un candidato comprometido con las reformas, pero reconociendo las insuficiencias que todavía había en el país, y con toda razón. El candidato, su función es proporcionar esperanza de que los cambios no se paran, de que continúan las transformaciones.

- ¿Hubo un acercamiento antes y después de ese discurso?

No había acercamiento porque no había distanciamiento. No habían sido fáciles los primeros días, cuando el levantamiento del EZLN, porque la atención nacional e internacional ya no estaba en las campañas, en ninguna, sino en el propio levantamiento. Una vez que se encauzó el levantamiento por la vía del diálogo, entonces ya se quedó en su adecuada dimensión. Y las campañas electorales, de manera especial la de Luis Donaldo, el candidato del PRI, tomaron otra vez su preeminencia dentro de la atención pública.

- ¿Cómo se entera y qué sintió cuando le informan del atentado a Luis Donaldo?

Estaba yo en una reunión en Los Pinos. Me llamaron para avisarme y mi primera reacción fue buscar la mejor atención médica para él, fue cuando yo pedí que mi médico particular se trasladara inmediatamente para allá.

- ¿Cuál fue su primera instrucción?

Las primeras, inmediatas, velar por su salud.

- Cuando le informan su fallecimiento, ¿cómo lo tomó usted?

Es un hecho cuyo impacto todavía no se aleja de mí, a 20 años de distancia.

- ¿Lo sigue marcando?

Pues México perdió a la mejor opción que tenía para la Presidencia, y yo al mejor de mis amigos.

- ¿Cómo pudo enfrentar esta crisis como persona?

Diría que fue de los momentos más difíciles de todo mi gobierno. Primero, por la pérdida personal, luego por la pérdida de expectativa para el país y,  finalmente, porque en ese momento se desataron todas las pasiones para ver quién imponía al candidato relevista. Ahí sí, un conato de crisis política interna, y ahí fue donde arrancó un proceso de salida de capitales terrible para vaciar las reservas internacionales. Teníamos un conato de crisis política, conato de crisis económica, en medio del dolor personal por la pérdida de Luis Donaldo.

- ¿Cómo puso usted orden en medio de este conato de crisis?

Había que decidir a la brevedad quién iba a ser el candidato relevista, y esa decisión se tomó a las siguientes horas en medio de la pena y el dolor por la muerte de Luis Donaldo. Y en la parte económica, el gran talento y respeto nacional e internacional que Pedro Aspe tenía fue lo que permitió detener la salida de capitales. Y se pudo reencauzar el proceso de las campañas, y en este caso de la campaña del PRI, hacia la presidencial.

- ¿Qué cualidades vio usted en Ernesto Zedillo para ocupar la candidatura a la Presidencia?

Había sido un excelente secretario de Educación Pública en mi gobierno, muy talentoso secretario de Programación y Presupuesto, y como responsable de la conducción de la campaña de Luis Donaldo, cercano al propio candidato. Recuerdo que cuando se platicó con don Fidel Velázquez el perfil del candidato relevista, dijo: “A los obreros lo único que nos interesa es que no vaya a haber una devaluación”; y tenía razón. Siempre quienes salían mayores perdedores en esos procesos devaluatorios eran los trabajadores, con las caídas de sus salarios. El perfil de economista tan destacado del doctor Zedillo era una de las garantías de que eso no sucediera.

- Como amigo personal y como mandatario, ¿cómo fue la comunicación con Diana Laura, la viuda de Luis Donaldo Colosio, en todo este proceso? ¿La apoyó? ¿La acompañó?

En lo que pude sí, buscando respetar también su circunstancia personal. Después, a partir de 95, con toda la persecución, ella ausente, Luis Donaldo ausente, el dolor de sus hijos, solos, los de siempre, que aprovechan la tragedia ajena para buscar llevar beneficio particular a sus intereses privados, generaron una serie de versiones muy lamentables, pero afortunadamente cuando concluyó la etapa de investigación a la muerte de Luis Donaldo, el fiscal Luis Raúl González Pérez pudo ponerlas todas en su adecuada dimensión.

- Es decir, ¿que se cumplió el  proceso y justicia en este caso?

Ahí está el veredicto legal, la verdad histórica, en los documentos del juicio del autor material confeso, y quien sigue purgando su pena en prisión.

- ¿Con los hijos de Colosio ha  tenido contacto?

Contacto respetuoso.

- ¿Con Colosio qué México hubiéramos tenido?

Un México que hubiera aprovechado las oportunidades económicas que el Tratado brindaba en el instante en que la economía de Estados Unidos despegó, con la tasa de crecimiento más alta de su historia durante los siguientes cinco años. Imagínese lo que hubiera sido para México, con el TLC arrancado y cinco años de crecimiento sin precedente en la economía norteamericana. Hubiéramos dado un salto cualitativo extraordinario. Y con el IFE ya en manos de ciudadanos, con una garantía de competencia electoral democrática en el país. Ése era el México que íbamos a tener, o que hubiéramos tenido con Luis Donaldo Colosio. Un México de justicia, de progreso y democracia.

- ¿En ningún momento llegó a pasarle por la cabeza que luego del fallecimiento de Colosio, Manuel Camacho Solís le podía suceder como candidato?

Él ya había tenido su oportunidad y el PRI no se la había dado, y tan tuvo razón el PRI de no dársela que seis años después Camacho fue candidato a la Presidencia y no sacó ni 1% de los votos. ¡Qué razón tuvo el PRI de no hacerlo candidato en 94!

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Salinas de Gortari habla sobre el asesinato de su ex cuñado José Francisco Ruiz Massieu, quien era secretario general del PRI en 1994

“Sobornaron al testigo” del caso Ruiz Massieu.

Un nuevo magnicidio estremece al país. El 27 de septiembre de 1994 es asesinado José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ex cuñado de Carlos Salinas de Gortari, con quien mantenía un vínculo estrecho. En febrero de 1995, en plena crisis económica y ya con el priísta Ernesto Zedillo en Los Pinos, Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente, es acusado y detenido como autor intelectual del crimen.

“Pepe —dice Salinas— era uno de los políticos más brillantes de su generación y un amigo entrañable también”.

- ¿Qué sintió usted cuando se enteró de su fallecimiento?

Como un golpe personal enorme y estrujante.

- ¿Dónde estaba usted cuando se enteró?

Estaba en Los Pinos en una reunión, trabajando.

- ¿Cómo era su relación personal con él?

Siempre era un placer conversar con él. Era brillante, era un lector voraz, que además tenía la capacidad de compartir lo que absorbía de los libros, lo que leía, con la experiencia de haber sido gobernador. Era un hombre lleno de cualidades, sin duda.

- ¿Siente que su asesinato fue algo personal contra usted?

Mire, ahí está el veredicto de las investigaciones que, por cierto, se torcieron después, como conocemos, y se acusó injustamente a mi hermano de tener responsabilidad de ello. Y 10 años después de tenerlo injustamente preso resulta que quedó totalmente exonerado de cualquier responsabilidad. Todo arrancó por una investigación pervertida en 1995, cuando sobornaron con medio millón de dólares al testigo de cargo. ¡La autoridad sobornó a un testigo con un cheque que le dio por medio millón de dólares! ¡¿Qué es eso?! Para no hablar de la famosa “osamenta de El Encanto”. Una cosa horrible de perversión de la justicia. Pues la justicia al final, después de 10 años crueles de encarcelamiento de mi hermano, lo exoneró totalmente de responsabilidad.

- ¿Por qué cree que el presidente Zedillo se ensañó tanto con ustedes?

Qué le parece si la próxima entrevista se la hace usted a él y se lo pregunta. Para que entonces nos enteremos.

- ¿Es algo que usted todavía no entiende?

Trato, pero no le dedico mucho tiempo.

- Es algo que usted, con la exoneración de su hermano, ¿ya pudo dejar atrás y ve hacia adelante?

Mire, si uno tiene la vista puesta para atrás acaba convertido en estatua de sal, ¿no? De lo que se trata es de vislumbrar hacia adelante para ver, en la reflexión, en la batalla de las ideas, caminos, alternativas para tener un México soberano y de justicia, sin lugar a dudas, desde la trinchera que uno ocupa.

- Además de un gran acercamiento durante su sexenio, ¿Córdoba Montoya era un gran aliado de usted?

Fue un colaborador que cumplió con las responsabilidades que se le encargaron con un enorme talento.

- ¿A la fecha sigue siendo su amigo y…?

En ocasiones.

- ¿Daba buenos consejos?

Cumplía bien su responsabilidad.

- La lealtad…

La lealtad no se mide para adelante, sino para atrás. Usted ha de tener amigos que dicen “voy a ser leal contigo toda la vida” ¡No! ¿Cómo has sido leal para atrás, con aquellos que te dieron la mano?