martes, 11 de febrero de 2014

febrero 11, 2014
Publicada el martes 11 de febrero.- Salinas de Gortari dijo que gracias al TLC cuatro de cada 10 empleos que se generaron en estos 20 años fueron por las industrias de exportación

Texto Rogelio Cárdenas Estandía

“Además del TLC, faltó un tratado migratorio”

Después de cuatro años de aplazamientos y forcejeos, debido al intenso debate que generó su negociación, al fin el 1 de enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, a dos décadas, continúan las discusiones sobre sus beneficios y sus desventajas.


- En relación con el TLCAN, ¿qué considera que en estos 20 años ha faltado hacer, y que sí se hizo?

Pese a las decisiones que no se tomaron en materia de telecomunicaciones, infraestructura, educación, energía, sus resultados son muy alentadores.

No olvidemos que era un tratado de comercio e inversión. Midamos sus resultados en esas materias. En 1993, un año antes de que arrancara, exportamos alrededor de 50 mil millones de dólares, hoy exportamos 350 mil millones de dólares; en 20 años, de exportar 130 millones de dólares al día, hoy exportamos mil millones de dólares diarios. Es decir, se multiplicaron por más de ocho veces las exportaciones mexicanas.

Otra diferencia fundamental es el tipo de exportaciones, antes del Tratado y de la apertura mexicana, el petróleo era el 80% de las exportaciones de nuestro país; el 20%, manufacturas y productos agropecuarios. Hoy es exactamente al revés, el 80% de las exportaciones mexicanas son manufacturas y otros productos, y el petróleo difícilmente llega al 10%.

Una diferencia importante más es que cuatro de cada 10 empleos que se generaron en México durante estos 20 años fueron por las industrias de exportación. Y los salarios en esas industrias de exportación son casi 50% mayores que los del resto de la economía, y son de trabajadores todos sindicalizados.

Como tratado de inversión, antes del TLCAN México recibía alrededor de 2 mil millones de dólares al año de inversión extranjera directa, hoy recibimos alrededor de 20 mil millones; o sea que hay casi un aumento de 10 veces del flujo de inversión.

Aun así, dentro de México faltaron decisiones que hubieran permitido un equilibrio regional más favorable. Hay regiones que fueron notablemente beneficiadas por el Tratado y otras que no.

- ¿Hay algo que le haya faltado hacer a su gobierno?

Era indispensable tener además de un Tratado de Libre Comercio, uno de movimiento de personas, un tratado migratorio; yo planteé la posibilidad y mi contraparte entonces, el presidente [George] Bush, me respondió que no era posible para ellos pasar dos negociaciones tan grandes, una comercial y otra migratoria, en el Congreso de Estados Unidos; que tendríamos que irnos primero por el de libre movimiento de mercancías y servicios y luego el migratorio.

- ¿Cree usted que si le hubiera tocado otro contexto partidista en Estados Unidos, se hubiera podido empujar el asunto migratorio?

La cuestión migratoria se convierte en un tema muy difícil en épocas de recesión, así que la circunstancia externa también cuenta muchísimo para poder decir si ahora hubiera sido más factible o favorable. Siempre que hay recesión todo el mundo dice “a proteger los empleos”, y a los primeros que empiezan a culpar por la falta es a los trabajadores migratorios.

En el caso del presidente Bush hay que recordar que él tuvo la decisión de ir adelante en la negociación del Tratado, a pesar de que tuvo una muy severa recesión al final de su gobierno, que le costó la reelección y permitió que [Bill] Clinton llegara a la presidencia. La ventaja del TLC, en ese momento, es que fue negociado por un gobierno republicano y ratificado en su Congreso por un gobierno demócrata, lo que le dio allá un tono verdaderamente bipartidista.

- ¿Cuál cree que fue, dentro de la negociación que se dio con el presidente Bush, el tema más complicado que a usted le interesaba impulsar y que se pudo lograr, y alguno otro que no pasó, además de la cuestión migratoria?

Para nosotros era fundamental tener certeza de que el acceso al mercado americano estuviera basado en reglas y no en decisiones discrecionales de sus aduaneros. Ese sí lo logramos. Segundo, que al arranque del Tratado, tuviéramos el mayor acceso, en número, a productos americanos; y proteger a los nuestros, sobre todo al maíz, y eso lo logramos, pues le dimos a este producto el lapso más largo de protección, que fueron 15 años. Una innovación donde las conversaciones resultaron insuficientes fue en la de los Paneles de Resolución de Controversias. Ahí le faltaron dientes a los paneles para que tuvieran más fuerza para, de manera imparcial, resolver las controversias. El ejemplo más representativo es el del autotransporte. Veinte años después de echado a andar el Tratado los camioneros mexicanos no pueden pasar a Estados Unidos; no hay libre movilidad del autotransporte.

- ¿No cree que durante las negociaciones hubiera sido necesario incluir alguna cláusula para equilibrar algunos temas en favor de nuestro país, como se hizo ahora en los tratados con Europa?

La asimetría de las dos economías fue reconocida precisamente en los periodos de protección para distintos sectores. Algunas de las críticas que se han hecho al Tratado es que no llevaba un mecanismo compensatorio de financiamiento. Esa es válida, pero recuérdese que en Europa funciona porque ahí no sólo es integración comercial-económica, también política, y de mecanismos de financiamiento. Han pasado a un banco central único, pero en nuestro caso era nada más un tratado comercial, no de integración política, porque nosotros valuamos la soberanía por encima de todo. Y tampoco, de un banco central único, porque en nuestra región, ¿cuál iba a quedar como único? ¿La Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central de Canadá, o nuestro autónomo Banco de México?

Entonces, en cuanto a la falta de mecanismos compensatorios de financiamiento, se estableció el Banco de América del Norte, pero sin duda le faltaron mucho más empuje y recursos.

- ¿Usted coincide con los especialistas en que, a 20 años del TLCAN, ya se erosionaron los beneficios, que se ha estancado?

Como todo tratado comercial es perfectible. A mí me parece que a donde habría que voltear más es a ver cómo elevar la competitividad de la región. Por ejemplo, ahora que viene la negociación del TPP [el Acuerdo de Asociación Transpacífico], lo ideal es que América del Norte pudiera negociar como región frente a los colosos de Asia para no erosionar nuestras respectivas ventajas. O también, cuando ocurrió la quiebra de las grandes plantas automotrices en Estados Unidos, la sugerencia que hicimos varios fue que se planteara la reestructuración de la industria automotriz de aquel país como industria automotriz de América del Norte, y de esa manera poder competir contra los gigantes de Alemania o de Japón y de Corea como una región. Creo que esas son áreas donde la perspectiva de redimensionar los beneficios del Tratado se puede lograr.

- ¿Reconvendría buscar una renegociación o hacerle adecuaciones?

Creo que el riesgo de hablar de renegociación o apertura es que, sin duda, nosotros tenemos áreas que nos gustaría revisar, pero los otros socios también. Creo que los productores de aguacate de Estados Unidos están muy deseosos de poder cerrar sus fronteras al extraordinario aguacate mexicano que va para allá, o la eficiencia que hemos alcanzado en la industria automotriz también haría que algunas empresas establecidas allá dijeran “paren a las mexicanas que han resultado tan eficientes”. Reabrir es…

- Arriesgarnos.

Es que no se reabre el Tratado, se abre una Caja de Pandora.

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El ex presidente de México dijo que sin lugar a dudas, Luis Donaldo Colosio era un hombre con visión modernizadora

“No hubiéramos tenido error de diciembre con Colosio”

Diciembre de 1994. Estalla la más severa crisis económica del siglo pasado. El pasaje histórico conocido como “El error de diciembre” tuvo como personaje al presidente Ernesto Zedillo, quien le atribuyó la responsabilidad a la administración anterior, la de Carlos Salinas de Gortari, y viceversa. El PIB cae 6.7% y para marzo de 1995 se registra una devaluación acumulada de 120%.

- ¿Qué tan frustrante es ver que México, tan reconocido cuando ingresó al GATT (hoy la OMC) y a la OCDE, que firmó un TLC y que mostraba una economía al parecer sólida, perdió todo por la crisis del 94?

La crisis fue en 95. En 94 tuvimos serios problemas: el levantamiento del EZLN, el más dramático de todos, la muerte de Luis Donaldo Colosio, la muerte de Pepe Ruiz Massieu. Pero al mismo tiempo tuvimos una elección presidencial que ha sido hasta ahora la más participativa en la historia de México, y que permitió una transmisión pacífica del poder. Hay hechos que en el balance muestran que el 94 requiere su evaluación en esos términos.

Creo que la reflexión que hay que hacernos es: ¿Por qué teniendo oportunidades con un instrumento como el Tratado de Libre Comercio, como la pertenencia al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), el ingreso a la OCDE, que eran pasos para forzarnos a ser más eficientes y competitivos, la tasa de crecimiento económico que México tuvo en los siguientes 15 años fue deplorable?

Creo que se debe a que una vez que arranca el TLC hubo una combinación de malas decisiones con decisiones no tomadas. Las malas decisiones son las que provocaron la crisis del 95, y el TLC fue el gran instrumento que le permitió a México salir más rápido de ésta.

¿Pero después qué sucedió? Después, en los siguientes 10 años, la siguiente década, no se tomaron decisiones para elevar la competitividad del país, para mejorar la infraestructura, para abrir la competitividad en telecomunicaciones, para tener un sistema educativo de calidad. No hay instrumento, por bueno que sea, como lo fue el TLCAN o cualquier otro, que pudiera sustituir la ausencia de decisiones o revertir el efecto de malas decisiones.

- ¿Usted qué hubiera hecho después del error de diciembre?

Creo que lo primero que se necesitaba era un diagnóstico adecuado de por qué había sucedido esa crisis. Lo que ha documentado el Senado de la República es que había dos decisiones que se pudieron haber tomado en 95 para enfrentar el problema. Una era, en beneficio de los mexicanos, que el tipo de cambio fuera más atractivo para las exportaciones, pero eso no les convenía a los norteamericanos porque íbamos a tener una ventaja competitiva frente a ellos, y entonces las autoridades de aquel país, según han relatado en sus propias biografías, mandaron a sus representantes aquí e impusieron la otra decisión, el aumento de las tasas de interés, que es la que llevó a la quiebra de los bancos, de las empresas y de las familias.

En fin, pero eso yo creo que les toca a los historiadores dilucidarlo, ya está en proceso de hacerse, han pasado ya dos décadas, es otra de las efemérides de este año: los 20 años del error de diciembre. Ojalá ya sea el tiempo para hacer evaluaciones serenas, objetivas; que sean útiles, sobre todo, no tanto para ver qué se opina del pasado, sino para evitarlas en el futuro.

- ¿Y qué hacer en el futuro?

Creo que, en un hipotético futuro, lo más importante es contar con un equipo competente, hacer una evaluación objetiva de la situación y buscar las soluciones que sean fundamentalmente en beneficio de la mayoría del país.

- El pasado que tuvimos, ¿le lastima?

Pues mejor pregúntele a los mexicanos.

- Pero, ¿se arrepiente usted de eso, de ese México que nos dio a los mexicanos?

El que vino después, el de la crisis que dejó 16 millones de mexicanos en pobreza extrema, medio millón de mexicanos migrando cada año a Estados Unidos, que entrega el sistema de pagos de los mexicanos a los extranjeros [se refiere a la entrada de más bancos extranjeros], yo creo que a todos los mexicanos nos duele. Bueno, a los pocos que se beneficiaron de eso no creo que les preocupe, sino al contrario, se deben sentir muy bien, pero para la inmensa mayoría de los mexicanos es un recuerdo de enorme dolor, que lo puedo suponer.

- ¿Cómo nos hubiera ido con Colosio como presidente?

Sin lugar a dudas, Luis Donaldo era un gran político, un hombre de visión modernizadora y un excelente economista. No hubiéramos tenido error de diciembre con Luis Donaldo Colosio.

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Salinas de Gortari subrayó que el modelo neoliberal ha tenido efectos muy dañinos para las economías

“Los bancos se entregaron a extranjeros pero no en mi administración”

Aunque el proceso de desincorporación de las empresas paraestatales consideradas no prioritarias comenzó durante la administración de Miguel de la Madrid (1982-1988), se aceleró bajo el régimen de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). De mil 155 empresas paraestatales que existían en 1982, al primero de diciembre de 1988 había 618, y al término de 1993, el gobierno ya sólo administraba 258, de las cuales 48 estaban en proceso de desincorporación.

Visto desde la parte académica, durante su sexenio México resultó ser el estudiante más cumplido al seguir al pie de la letra el llamado Consenso de Washington con la reprivatización de las empresas del Estado, la libre paridad cambiaria, una inflación baja, entre otros elementos; sin embargo, no logramos convertirnos en un país desarrollado.

- ¿Quiere decir que estos grandes organismos nos sobrevendieron esta parte?

Cuando se habla del llamado Consenso de Washington se pierde un poco de vista qué era ese Consenso y en qué circunstancias apareció. Hay que recordar que los 70 fueron para México años de mucha expansión económica financiada con una deuda monumental, así que los años 80 tuvieron que ser de ajuste económico para pagar los saldos de ese endeudamiento monumental, y cuando al inicio de los años 90 hubo que tomar decisiones en el área económica-política-social, lo que se hizo fue una decisión muy pragmática que era, como decía la sabiduría popular, usar los bienes para remediar los males.

Éramos un país con una deuda inmensa y el Estado estaba lleno de propiedades mientras el pueblo acumulaba necesidades. Entonces procedimos a la privatización de bienes públicos excesivos. El gobierno era propietario de hoteles, restaurantes, hasta cabarets, para no hablar de cantidad de actividades que tenía en una economía sobreprotegida donde lo que se le vendía al consumidor era, en muchas ocasiones, de baja calidad y de precio alto, y que no tenía capacidad para competir en los mercados internacionales.

Entonces eso es lo que nos llevó por razón pragmática a las privatizaciones, que se hicieron mediante subasta pública e informando directamente al Congreso de cada una ellas. Los recursos de las privatizaciones se usaron para disminuir la deuda interna y tener para gasto social sin déficit fiscal, y luego fuimos al proceso de reducir la deuda externa, la otra parte del terrible endeudamiento que tenía México, y por eso nos fuimos a promover el Plan Brady, que fue el que permitió la primera reducción de deuda en América Latina.

Cuando tomamos esas decisiones, la liberalización ya había iniciado con la entrada al GATT, a mediados de los 80, y las distintas medidas que usted acaba de mencionar, como parte de lo que se necesitaba para que el país volviera a avanzar. Pero no sólo fue México, en Brasil o en Francia, si usted ve lo que el presidente Cardoso, o el propio presidente Lula o el presidente Mitterrand llegaron a hacer, hubo medidas similares. Así que estábamos en nuestras circunstancias específicas cada uno, pero respondiendo a problemas de manera similar. Y entonces vino un profesor de Estados Unidos llamado [John] Williamson que armó un texto que dijo: “Este es el Consenso de las medidas que se están tomando para resolver los problemas de sobreendeudamiento e ineficiencia de las décadas previas”, y le llamaron Consenso de Washington. Pero no era ni que lo hubieran impuesto agencias externas ni que fuera diferente en distintas latitudes. En nuestro caso fue eminentemente pragmático.

- Hoy, muchos de los países desarrollados que practicaron el neoliberalismo y el llamado desarrollo estabilizador se encuentran en crisis. ¿Se puede decir que estos modelos económicos pudieron, hasta cierto punto, no haber sido benéficos?

El modelo neoliberal ha tenido efectos muy dañinos para las economías, no sólo de los países en desarrollo, sino, ya vimos, Estados Unidos y Europa la crisis monumental que tuvieron en 2008, ahí sí, por toda una filosofía que se llama neoliberalismo y que surgió en los años 30 del siglo pasado y que se contraponía a los excesos estatizadores. Entre esos dos extremos había un enorme desencanto y resultados muy desfavorables, por eso durante mi gobierno propusimos el liberalismo social como una alternativa que buscara eficiencia en los mercados.

- En este contexto es que reprivatiza los bancos.

Los bancos eran parte de la gran cartera de propiedades del gobierno, teníamos maestros muy mal pagados, escuelas en pésimas condiciones, hospitales con desabasto de medicinas, insuficiencia en los servicios fundamentales que le corresponden al Estado, y nos hicimos la pregunta: ¿Qué hacemos? ¿Seguimos siendo administradores de empresas o utilizamos los recursos de esas empresas para pagar la deuda pública que tenía acumulada el gobierno por el estatismo excesivo? ¿O usamos esos bienes mediante subasta pública para hacernos de recursos, pagar la deuda y liberar el financiamiento gubernamental, sin déficit, para mayor gasto social? Entonces pudimos duplicar en términos reales los sueldos de los maestros en México, poseer un programa de rehabilitación de más de 100 mil escuelas públicas, construir un nuevo hospital cada tres semanas y una clínica de atención de salud cada día de la administración, y proveer los servicios fundamentales.

- ¿Visto como punto estratégico?

Fundamental, el sistema financiero. La decisión que se tomó fue venderlos públicamente, pero a mexicanos. ¿Por qué? Porque era indispensable mantener el sistema de pagos en manos de los mexicanos, se hizo mediante subasta pública y participaron grupos que tenían recursos y también experiencia suficiente.

Algunas de las críticas que se han hecho es que varios de ellos no tenían suficiente conocimiento del proceso bancario, pues estaba difícil dado que la banca, toda, estaba en manos del Estado. Y la otra crítica que se hace es que como no tenían conocimientos quebraron en 1995, pero se les olvida que ese año no sólo quebraron los bancos privados, quebraron los bancos públicos y cantidad de empresas por la crisis. Y lo peor fue después, que los bancos dejaron de ser mexicanos, pero eso ya no sucedió en mi administración, se entregaron a manos de extranjeros.

- Algunos críticos dicen que la quiebra de los bancos se dio porque se vendieron muy caros.

Qué interesante esa observación porque, desde otro lado, los críticos decían: “Se están vendiendo demasiado baratos los bancos, se está malbaratando la propiedad pública”. O sea que unos decían que muy barato y otros que muy caro. La realidad es que el precio promedio en que se vendieron los bancos, tres o cuatro veces, precio utilidad, estuvo dentro de los parámetros internacionales.

- Estos mismos críticos dicen que mucho del problema era que los compradores no tenían la suficiente liquidez y que tuvieron que apalancarse entre ellos mismos, uno se prestaba al otro para poderle hacer frente.

Creo que algunos de esos fenómenos se dieron después de hecha la privatización, cuando en mi gobierno se detectaron se actuó contra los responsables, pero fueron excepciones. Dentro de la regla general, las condiciones de los bancos para arrancar después de la privatización estaban respondiendo a lo que se había esperado de esta medida, pero no había manera que ningún banco privado o público resistiera lo que pasó en 95, cuando las tasas de interés pasaron en unos cuantos meses de 7% anual a 100% anual, por eso quebraron estos bancos, por eso quebraron las empresas y por eso quebraron cientos de miles de familias. Esa es la razón por la cual en el 96 empezó el gran éxodo de mexicanos hacia Estados Unidos, un drama humano.

- ¿Qué hubiera pasado si el sistema bancario mexicano no se hubiera reprivatizado?

Los bancos hubieran seguido en propiedad del Estado, y con una crisis como la que se vivió, el Estado hubiera tenido que absorber la quiebra de esos bancos. Pero repito, [con la venta de los bancos] el gobierno pagó la deuda excesiva que tenía y pudo de esa manera atender las necesidades de la población, sin déficit fiscal.

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Salinas de Gortari menciona que para entender a México hay que irse lejos en el tiempo y fuera del país

“Tengo más amigos que dedos en la mano”

Fue aquí mismo, en su biblioteca, donde en noviembre de 1994, días antes de dejar la Presidencia, Carlos Salinas sostuvo varias reuniones urgentes con su gabinete. Su tarea fue analizar las copiosas fugas de divisas que habían ocurrido en los últimos días. Las crónicas periodísticas señalan que un aumento de tres cuartos de punto en las tasas de la Reserva Federal provocó fugas de cinco mil 162 millones de dólares en sólo una semana.

Apenas tres meses después, ya despojado de la banda presidencial, emprendió una huelga de hambre como protesta por “la campaña” de desprestigio hacia él y su hermano Raúl, así que dejó el país. Vivió en Estados Unidos, Cuba y Canadá. Luego, en una nación sin tratado de extradición con México: Irlanda. Fue hasta que publicó su libro, México: un paso difícil a la modernidad, cuando reapareció.

“Para entender a nuestro país hay que irse lejos en el tiempo y fuera de México; por eso mi interés sigue estando en el estudio de la historia y en diversas latitudes”, me dice el ex presidente Salinas.

Hoy, después del asesinato en 2004 de su hermano menor, Enrique, y de la reciente absolución de Raúl, después de 10 años en la cárcel, el ex mandatario se dispone a responder más preguntas. Para él, México ya no es el mismo: es “muy diferente a la circunstancia” en la que a él le tocó ser presidente.

“A mí me tocó todavía la Guerra Fría. No tenía yo 12 meses en la responsabilidad de la Presidencia cuando cayó el Muro de Berlín; se concluyó la existencia de la Unión Soviética, que había sido un paradigma y un parteaguas en la historia mundial del siglo XX, y ante una nueva realidad internacional, la necesidad de responder a retos internos. Así que esas circunstancias externas, que siempre en la historia de México han tenido tanta influencia internamente, ahora son muy diferentes, pero no por ello menos exigentes”.

Hoy, a diferencia de su tiempo como presidente, la información sobre las decisiones de gobierno fluyen más expeditamente. Internet ha cambiado el juego de la comunicación y las campañas electorales. El PRI ya supo lo que es ser oposición. El tipo de cambio está más libre. Las reservas federales son más sólidas. Pero donde pone el acento es en la participación ciudadana, una de sus nuevas banderas que sacó a relucir en sus publicaciones. Estamos en “una población con un gran dinamismo y deseos de salir adelante, una sociedad mucho más participativa, con voces plurales, también de una gran diversidad, y una circunstancia internacional muy diferente”.

Así como ha cambiado el país, Salinas también ha cambiado. Tanto en lo político como en lo personal. “Como bien decía Ortega y Gasset, ‘el hombre es él y sus circunstancias’, uno se va transformando conforme el entorno va cambiando y, al mismo tiempo, ayuda mucho encontrar nuevas motivaciones”.

Se ha dedicado, según lo confirman sus publicaciones, a la reflexión, a asistir a universidades y foros para dar pláticas, pero, sobre todo, a una vida apacible en la que puede convivir con sus hijos y su nieta.

De las personas cercanas durante su gobierno, ¿cuántas siguen siendo sus amigos?

“Me siento muy afortunado, porque tengo más amigos que dedos en la mano, piénsese cada uno en su situación personal si puede contar con ese número de amigos.”