Durante el gobierno del General Palomino, fue comisionado el notable filarmónico don José Jacinto Cuevas para formar la Banda de Música del Estado y se le envió a La Habana a comprar los instrumentos necesarios.
Presentóse allí en un gran establecimiento del ramo y fue escogiendo los instrumentos de cuerda, viento y percusión indispensables, probándolos uno por uno y ejecutando un fragmento en cada uno de ellos.
Presenció la escena el Director de la Banda de la Maestranza, la más notable entonces en Cuba. Y sucedió que el siguiente domingo, mientras tocaba dicha banda en el Prado, el Director distinguió entre el público al joven yucateco comprador de instrumentos y le brindó la batuta. Don José Jacinto la aceptó sin vacilar y, leyendo a primera vista la partitura, la dirigió magistralmente: los cubanos le tributaron una ovación.