Abogado Luis Felipe Suárez Turriza
Una breve reflexión sobre la participación de los indígenas mayas de Calkiní en la guerra de castas de Yucatán y una crítica de la manipulación política que han padecido a través del tiempo
Hace algunas semanas, hojeando una revista local, editada por una conocida asociación cultural, leí un artículo que de inmediato capturó toda mi atención, en el que un cronista de nuestro municipio “rescata” e interpreta un documento histórico relativo a la participación de Calkiní en la Guerra de Castas. Pero al leerlo tuve la impresión de que dicho documento nunca debió salir del claustro donde se esconden los pasajes más vergonzosos de la historia de nuestro pueblo.
Con manifiesto entusiasmo por rescatar del olvido un documento histórico que data de 1848, el articulista comienza el proemio de su obra al tenor siguiente:
Cuando la Provincia de Yucatán en 1847 se cimbró hasta los cimientos cuando la famosa Guerra de Castas, terrible lucha fraticida [sic] en la cual los indígenas mayas volcaron todo su odio en contra de los blancos y a todo lo que con ellos se relacionaba; Calkiní, como muchos pueblos de aquel entonces, vivieron días de incertidumbre y de intranquilidad a la espera de la presencia de las hordas de salvajes que regaron de sangre los campos del Mayab. La llamada Guerra de Castas dio inicio el 30 de Julio de 1847 en la población de Tepich, perteneciente al partido de Tihosuco; dicha lucha fue encabezada por Cecilio Chi, Jacinto Pat y Manuel Antonio Ay y fue tan terrible que “a los niños les estrellaban los cráneos contra las piedras y los recibían con las puntas de sus machetes; ni los inútiles ancianos, ni las mujeres desvalidas se libraban de este furor”, fue en verdad una guerra tan feroz, que al más pintado debe haberle puesto los pelos de punta. A raíz de esta guerra, en la entonces Villa de Calkiní se reunieron los caciques de los pueblos indios a dialogar y a colaborar para la mejor solución de dicho problema. A continuación se expide el acta que a la fecha existe en los Archivos del Palacio Municipal, debidamente firmada por los participantes y a la letra dice:
El autor, describe la guerra de castas como una “terrible lucha fraticida”[sic], Pues bien, luego de explicarnos, con cierto tono de reprobación, cómo los “mayas volcaron todo su odio contra los blancos” y lo terrible que resultó la guerra, el cronista nos refiere que a raíz de dicha lucha social se reunieron en Calkiní los caciques de los pueblos indios a dialogar y “colaborar” para hallar la mejor solución. Según el documento rescatado y presentado por el cronista, como resultado de aquella supuesta reunión, los caciques mayas de Calkiní emitieron un acta firmada por ellos mismos en la que manifiestan que para colaborar con los “blancos” decidieron no intervenir en el conflicto armado, aduciendo argumentos, a mi parecer vergonzosos. Luego de verificar la existencia del acta en los archivos históricos del municipio, a continuación me permito transcribir parte del contenido de dicha acta, para su mayor intelección.
(clic al documento en tres páginas)
En la Villa de Calkiní, a los diez días del mes de Julio de 1848, reunidos los ciudadanos José Bonifacio Canche, cacique de Bécal; Cayetano Moo, cacique de Dzitbalché; José Manuel Yah, cacique de Sahcabchén; Antonio Chuc, cacique de Nunkiní; José Mariano Ci, cacique de esta Villa; José Chi, cacique de Tepakán y Julián Dzib, cacique de Halachó, bajo la presidencia del ciudadano Juan Chi, éste les dirigió las siguientes alocuciones: “Señores, una gran parte de nuestra raza indígena, como sabéis, se ha sublevado rudamente contra los blancos, como en su estupidez decantan, sino en contra la patria común, contra el suelo hermoso, donde nacimos todos y donde nacieron nuestros padres, donde nacen y crecen nuestros hijos, se han cometido crímenes horrorosos, atrocidades espantosas, que algún día caerán, no solamente sobre las inicuas cabezas de sus autores, sino también sobre las de aquellos que no salieron al frente para contener tamañas maldades.