RÍO DE JANEIRO, 26 de julio.- La Jornada Mundial de Juventud (JMJ) de Río de Janeiro vivió ayer uno de sus grandes momentos con el Vía Crucis que se celebró en el paseo marítimo de Copacabana frente a una de las playas más evocadoras del Planeta. Más de un millón de peregrinos llegados de todo el orbe católico participaron en esta ceremonia que recordaba el sufrimiento de Jesucristo manifestado en los grandes problemas que afrontan los jóvenes en la sociedad contemporánea.
En su discurso, Francisco dio ánimos a la juventud para que se atreva a soñar con un porvenir mejor, teniendo la seguridad de que Cristo está a su lado. «Jesús se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción», dijo, haciendo referencia a la ola de indignación contra las estructuras del poder que se ha desatado en los últimos años, haciendo temblar las calles y plazas de Madrid, Nueva York o Río de Janeiro, entre otras ciudades. La crítica de Francisco no sólo fue de puertas afuera. También lamentó que los jóvenes «hayan pedido su fe en la Iglesia, en incluso en Dios», debido a la «incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio».