RÍO DE JANEIRO, 26 de julio.- «No lloré en ningún momento y no voy a llorar ahora», aseguró Oscar Schmidt, uno de los mejores jugadores brasileños de baloncesto de la historia, el día en que comunicó públicamente que había ganado la segunda batalla contra el cáncer. «Era un tumor pequeño, de tercer grado, pero maligno. Esta enfermedad ha topado con el hombre equivocado», apuntó.
En aquella ocasión, el deportista pidió a los médicos que no pusieran en riesgo sus facultades de habla al intervenirle quirúrgicamente el tumor que afectaba parte de su cerebro. «Podré vivir en silla de ruedas pero no sin la capacidad de expresarme».
Francisco bendice a Oscar Schmidt. |