Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1255 /27-V-13
Formado como fui por los comunistas que se agrupaban en el PCM, porque también los había sin partido y credencial, desde marzo de 1966 y hasta febrero de 1986, en que dejé de laborar en el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, presidido por Arnoldo Martínez Verdugo, la influencia de este singular dirigente político fue determinante para bien y para mal, muchísimo más para lo primero que lo segundo, en mi persona.
Aclaro lo anterior no porque piense aprovechar el fallecimiento del “sabio del comunismo mexicano” (Porfirio Muñoz Ledo dixit) para platicar sobre nuestra relación política, profesional y familiar, lo que haré en el segundo volumen de Remembranzas, sino para ilustrar las dificultades para redactar estas líneas.
Siempre puse como ejemplo a Arnoldo del político mexicano que sabe retirarse a tiempo y emprender con entusiasmo otras tareas más fructíferas como el rescate de la memoria de las izquierdas, paradójicamente en un lento proceso personal de pérdida de la propia. La adicción a puestos de elección popular, partidistas y sociales permite encontrar a destacadas figuras en cargos de segunda y tercera líneas como si de verdad tuvieran necesidad de un ingreso pecuniario. La lección del otrora obrero de la industria del papel y pintor es invaluable, como también la brindó el querido Valentín Campa.
Arnoldo rendía culto al enunciado que postula que el hombre (y la mujer) entre más viejo más chingón y más humilde. La sencillez me recuerda el asombro de uno de sus partidarios: “¿El secretario general del Partido Comunista Mexicano haciendo fila en la tortillería?”
Una ruptura con la ideología de la Revolución mexicana, a partir de 1960 al postular la necesidad de una nueva revolución, misma que poco tiene que ver con empuñar las armas y mucho con la construcción de otra dirección política e institucional, de un nuevo rumbo para México, es de las aportaciones centrales del pensamiento del nativo de Pericos, Mocorito, Sinaloa, y con frecuencia ausente en los discursos y artículos de homenaje. Otros prefieren llamarla independencia respecto del poder político. Como también la diseñó cuidadosamente frente a los partidos comunistas de la Unión Soviética y de China.