domingo, 8 de diciembre de 2013

diciembre 08, 2013
Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1336 / 9-XII-13

Todas las piezas oratorias y balances por el primer año de gobierno de Enrique Peña palidecen, por desgracia, frente a los datos duros: México se convirtió en el único país de América Latina y el Caribe donde creció la pobreza, que afecta particularmente a niños y adolescentes. El número de mexicanos que vive por debajo de la línea mínima de bienestar subió a 60.6 millones de personas, un millón más que en 2010.

La estimación pone en relieve que la mayoría de los mexicanos son pobres, si tomamos como base una población de 117.5 millones de habitantes, y además no proviene de voceros del Movimiento Regeneración Nacional, sino de la Comisión para América Latina y el Caribe, organismo de la Organización de las Naciones Unidas, presidido por la mexicana Alicia Bárcena.


Para atemperar el impacto de los datos duros, ajenos a la aterciopelada retórica que invade hogares y centros de trabajo gracias al oligopolio mediático, la economista Bárcena explicó: “Lo que ha pasado en México es que tiene menores tasas de crecimiento, ése es el gran tema de la economía mexicana, que no ha podido despegar y además se ha visto afectada por la severidad con que golpeó al país la crisis de 2008”.

Crecimiento económico mediocre que data de hace 31 años, cuando se inauguró lo que mucho después Miguel de la Madrid llamó Cambio de rumbo. Lo anterior no significa, por supuesto, que se reivindique una vuelta al pasado estatista sin límites y el presidencialismo absolutista, mas a tres décadas pareciera claro que el capitalismo salvaje, pero de compadres, no es la mejor ruta para las mayorías, donde 37 por ciento de las personas viven en pobreza y 14 de cada 100 sobreviven en lo que la Cepal califica de indigencia. Es decir, 51 por ciento de los mexicanos no tiene acceso a los satisfactores esenciales que garantizan el nivel mínimo de bienestar. En contrapartida, el híper criticado gobierno de Venezuela es el que más redujo la pobreza a secas y la extrema, como también son los venezolanos los más identificados con su democracia en el subcontinente, según Latinbarómetro.

En el Palacio de Covián, Miguel Osorio acusó recibo del diagnóstico cepalino y proclamó que “ha llegado el momento” de la instrumentación de las reformas que ha aprobado el Congreso de la Unión a fin de cambiar la realidad de los mexicanos”, para “hacer de México una nación de oportunidades y de derechos para todos” porque son “reformas que incrementarán el bienestar”.

Frases buenas pero divorciadas de los resultados de 31 años de reformismo estructural, generalmente exigido y hasta impuesto desde las metrópolis y sus gigantescas trasnacionales que por medio de The Economist exigen, ordenan: “Hazlo o quiebra, Peña Nieto”, en referencia a la reforma energética que ofreció primero en Londres el mexiquense de Atlacomulco, y hoy se encuentra en horas decisivas, con la cúpula de Acción Nacional presionando a todo lo que da para que la apertura sea plena, pero también con los opositores movilizados, mas no alcanzan aún a dar el campanazo unitario y de multitudes que hagan recular a la elite del poder institucional y fáctico.

La coyuntura pareciera singular pues el porcentaje de desaprobación de Peña superó ya al de aprobación, fenómeno que también se da entre los “líderes de opinión”; además 46 por ciento de éstos estiman como “mal tratado” el tema de la reforma energética y 47 por ciento de los ciudadanos. En tanto, el titular del Ejecutivo, como su antecesor, acude con demasiada frecuencia a los cuarteles y rinde reconocimientos a sus habitantes, porque su aportación “ha sido determinante” para tener “una nación de sólidas instituciones y democracia vigorosa”.

Acuse de recibo

“Tan bueno su artículo como escalofriante. Retomar hechos del pasado es beneficioso para recordar y aterrizar en la terrible realidad que amenaza a nuestra nación. Sin embargo, el conjuntar nuestro postulado –aunque fuese días antes– al lado de los dictadores del Senado, dirigidos por el diabólico que superó a Maquiavelo, sería dar por hecho que México terminará en pedazos. Y toda nuestra riqueza entregada a los capos de cuello blanco. Pero no olvidemos: Todavía tenemos a un Obrador, hombre que ha sembrado una esperanza, fe y verdad tan indestructibles, como el significado que tiene su persona ante tantos millones de mexicanos. Hay centenares de miles de obradoristas. Estamos a 5 de diciembre, así como la vida nos llega y se nos va en un instante, así puede lograr México el que terminen de venderlo. No demos nada por hecho. Lo que para el Senado hoy puede ser una gran verdad, mañana mismo, podría ser una gran mentira. Todas nuestras oraciones con Obrador y los conscientes mexicanos, como usted”… El comentario es de Julie Furlong sobre Nada detendrá al Senado (6-XII-13)… María Soledad Cervantes agrega: “Me encantó encontrar esta utopía tuya, disculpa la demora, he estado ‘intensa’ en Twitter difundiendo la relación nefasta de la #ReformaEnergética con #ATPTiroDeGraciaPMéxico”.


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