viernes, 13 de diciembre de 2013

diciembre 13, 2013
Gilberto Avilez Tax

Recuerdos de la guerra de castas recién salen a flote, o para ser más exactos, se exhuman en Tizimín. La nota del Diario de Yucatán del día de hoy 11 de diciembre de 2013 (titulada "Hallan restos óseos. Rememoran una matanza en el centro de Tizimín"), señala que bajo la plaza de esa ciudad oriental se encontró lo que pudo haber sido una de las muchas matanzas que se dieron en el tráfago de la guerra de castas: la matanza de X-mabén, por ser de ese pueblo la mayoría de los soldados mayas que encontraron su tumba en Tizimín. La matanza de X-mabén, como bien se cita en el libro “Remembranzas, leyendas y crónicas de Tizimín”, del doctor Juan Rivero Gutiérrez, ocurrió el 11 de diciembre de 1853, y es casi una suerte del destino, que los restos mortuorios de los soldados de X-mabén volvieran a ver la luz casi 160 años después. Y así como en Tizimín se encontraron huesos, calaveras, tibias, costillares; en el sur la cosa creo que es más dura, o con un poco de más crueldad. Cada pueblo del sur, arguyo, hasta la más mísera ranchería o terregal que alguna vez fue ocupado por los campesinos sureños, su tierra todavía guarda los recuerdos de las innumerables matanzas que se dieron entre los dos bandos: la de los "guardianes de la civilización yucateca", los pueblos fronterizos como Peto, Tzucacab; y los aguerridos cruzoob.

El 21 de agosto de 1858, cuando Crescencio Poot y varios generales de la plana mayor de Santa Cruz (Claudio Novelo y Juan Carlos Tzuc) atacaron por última vez la villa de Peto (que no así a los otros pueblos y ranchos a la redonda), los cruzoob habían dejado 40 cadáveres de los suyos tirados en las calles polvorientas de este pueblo que, con pocos hombres y entrenados para la defensa, repelió una de las incursiones rebeldes que tal vez pudo haber sido la segunda parte de la matanza de Tekax del año de 1857, porque la moral de los cruzoob, para esas fechas, estaba por las nubes pues seis meses antes, el 21 de febrero de 1858, la Cruz Parlante, comandando a sus “hijos pueblerinos”, había causado la caída estrepitosa de Bacalar: 600 cruzoob pasaron los muros del fuerte de San Felipe, cruzaron en canoas la laguna apacible, y cayeron contra los bacalareños haciendo una de las más terribles matanzas de blancos. Por fortuna, Peto supo aguantar la embestida, y el general Poot salió en "koché" (angarilla), sumamente lastimado. La defensa de Peto del 21 de agosto de 1858, fue una derrota que contuvo los ánimos de los cruzoob, y estos no volverían a atacarla de forma directa. Todavía en 1867, Nazario Novelo, jefe político de Peto, estaba seguro de que Peto sería "la tumba de la rebelión indígena". Al calor de la expedición “pacificadora” del Segundo Imperio a Chan Santa Cruz, Novelo, arengando a los petuleños para que dieran a la “causa de la civilización” a sus pocos hijos fogueados en el arte de la guerra, recordaría esta defensa de agosto de 1858, mismo que transcribo para señalar este espíritu militarista de una villa que, aunque con “epidemias del miedo” (Reed dixit) supo hacer frente a la “tea” y el machete de los cruzoob:

Documento periodístico: La Razón del Pueblo, 16 de agosto de 1867.

Muchachas de Peto en la iglesia parroquial, circa 1940. Archivo fotográfico de la señora Candelaria Campos.

“NAZARIO NOVELO, Jefe político y comandante del batallón de G. N de este partido.

CIUDADANOS: Nada nuevo vengo á anunciaros: allá en los campos del Sur aun permanecen los enemigos de un pueblo culto como el nuestro, con la aspiración bastarda de hacerse dueños del suelo que ha sustentado nuestra cuna por los medios bárbaros de que habéis sido testigos en la dilatada época de esta lucha malhadada.

Los indios pacificados del Sur casi todos violando los tratados de neutralidad, han dejado seducirse por los del Oriente, y á estas horas el plomo mortífero que cobarde y alevosamente arrojan sobre nuestros hermanos, hacen que se derrame la sangre de los que aun ahora pocos días les brindaban entrada franca en sus poblaciones, proveyéndoles de los efectos de comercio que les eran necesarios.

Cobardes é ignorantes se han dejado alucinar por aquellos que más de una vez han combatido, y han abrazado su causa de nuevo, pretendiendo la conclusión de la obra de exterminio, cuya fúnebre bandera tremolaron en 1847. Compañeros, la gloria del soldado se adquiere en el campo de honor, bien lo sabeis. Tal vez en breve nuestras armas chocarán con las del indio cobarde que hoy nos amenaza. Que vengan en buen hora, y se persuadirán de que los hijos del partido de Peto son los mismos del 21 de agosto de 1858, y de otras épocas gloriosas. Un corto número de vosotros bastó para rechazar una chusma numerosa de esos bárbaros, y desde entonces no solo no han tenido valor para presentarse en esta villa, sino que en medio de sus orgías allá en su vergonzoso retiro de Chan Santa Cruz, recuerdan vuestro valor como el azote destructor de su raza degradada.

Os ódian á la vez que os temen.

Esperadlos á pié firme y acabarán de persuadirse que Peto es la tumba de la rebelión indígena. ¡Partidarios de la sublevación, temed vuestro próximo fin! Defensores de la civilización, coronad vuestras sienes con los laureles de la victoria. Así lo espera de vosotros el que tiene el alto honor de ser amigo vuestro.- Peto, agosto 9 de 1867.- Nazario Novelo.

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