lunes, 4 de noviembre de 2013

noviembre 04, 2013
Opinión de JMRM

"El 14 de agosto (de 2012) el joven Carlos Castillo Bolio salió de su domicilio a bordo de un automóvil para hacer una cobraza, por encargo de su jefe, en el fraccionamiento Las Américas. Sus familiares dicen que les envió un mensaje de teléfono, en el que reportaba que "me agarraron en un retén". No se le ha vuelto a ver", fue la información que publicó ayer domingo el Diario de Yucatán (en su edición impresa y en In Situ) con motivo del quinto aniversario de la desaparición del Dr. Delio Peniche Manzano, citando otros cuatro casos jamás resueltos, entre éstos el del joven Castillo Bolio.

Puede sonar paranoico hablar sobre el peligro de ser secuestrado y luego asesinado en un retén, pero no olvidemos que eso es precisamente lo que le sucedió al joven Fernado Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, en el Distrito Federal en junio de 2008. Según recuenta el portal Seguridad, Justicia y Paz del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C.:

"En el Distrito Federal hasta 2006 no había retenes, porque los gobernantes los sabían inútiles contra el crimen y sólo útiles para que los policías cometieran toda suerte de abusos contra los automovilistas... Pero en 2006 el entonces jefe de la policía capitalina, Joel Ortega empezó a poner retenes en algunas vialidades y a partir de 2007 en más puntos de la ciudad, por órdenes del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón. Gracias esos retenes anticonstitucionales autorizados por Ebrard, el joven de apenas 14 años de edad, Fernando Martí, fue secuestrado y asesinado. Sin los retenes, hoy viviría

Ninguna lección sacó de ello Marcelo Ebrard, cuyo desprecio por los derechos del individuo sólo es superado por su soberbia. Ahora los retenes proliferan en la capital del país como si viviéramos bajo estado de sitio y lo mismo pretende el jefe de Gobierno del DF se replique en todo el país. Y el atropello de las garantías individuales irá en aumento, hasta que otra persona inocente, como Fernando Martí, sea secuestrada y asesinada…".

La evidencia apunta a que la desaparición de Carlos Castillo Bolio se trata de un caso si no idéntico muy similar. A más de un año de los hechos, ya se le puede dar por muerto y enterrado en el monte ¿Por qué, entonces, no ha recibido la misma atención?

Recordemos que Alejandro Martí es un hombre con los medios, recursos y conexiones para lograr la atención de los medios, y que buena parte de la prensa en la entidad no publica nada, absolutamente nada que pueda manchar el supuesto buen nombre de la policía del estado, no porque estén comprados o por temor a represalias, sino porque la gran parte de la población cree ciegamente los lemas de que vivimos en "El estado más seguro de México" "con niveles de seguridad como los países nórdicos" y no quiere oír lo contrario.

La posibilidad de que ellos mismos, sus hijos, hermanos, padres, amigos, etc. sean secuestrados en un retén policíaco (ya sea uno auténtico o uno montado por el crimen organizado) para luego ser asesinados es demasiado desagradable para tan siquiera considerarla. Prefieren cerrar los ojos y taparse los oídos a tan siquiera pensar en las implicaciones de la posibilidad de que los retenes no sólo no son una medida de seguridad efectiva y son inconstitucionales, sino además constituyen un peligro mortal para todo aquel que los cruce.