sábado, 12 de octubre de 2013

octubre 12, 2013



Después del fracasado motín del 11 de diciembre de 1867, don Francisco Cantón, entonces coronel, estuvo escondido hasta que el 13 de marzo de 1869 fue hecho prisionero y llevado a Valladolid para ser fusilado.

Cuatro días después, formado ya el cuadro para la ejecución, pidió un puro y se puso a fumarlo con la mayor lentitud posible. Era para ganar tiempo, porque sabía que sus amigos de Mérida trabajaban su indulto o amparo y que un compadre suyo venía a galope y cambiando su caballo en cada pueblo del tránsito a traer la orden de suspensión. El mensajero, que salió de Mérida a las cinco de la tarde del día anterior, llegó a las cuatro de la mañana, cuando el puro salvador estaba todavía a la mitad. El oficial que mandaba la escolta pidió el cabo y lo guardó como recuerdo de toda su vida.

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