sábado, 26 de octubre de 2013

octubre 26, 2013
Gilberto Avilez Tax

Son los lugares más huérfanos del mundo. Las generaciones corren, las familias migran, y dejan a sus muertos y a sus tumbas abandonadas. Los cementerios, desde que pasaron a manos del Estado liberal en el siglo XIX, han perdido su encanto de antaño. La única institución duradera que como especie hemos sido capaces de crear, la Iglesia Católica Apostólica y Romana, está en decadencia, ¿y qué la sustituye? La podredumbre de las sectas, la imbecilidad de la vacuidad metafísica, los harapos de un hombre que juega a sustituir la idea del Absoluto con sucedáneos filosóficos estúpidos. La doctrina del Cristo hablaba de la inmortalidad del alma, hoy hasta eso nos han quitado esas bestias materialistas, esos tartufos obscenos cientificistas, de ahí que sólo vea en los cementerios húmeros tristes, huesos muertos y calaveras sin sentido. Es un lugar desencantado.