jueves, 17 de octubre de 2013

octubre 17, 2013
Pedro Echeverría V.

1. Antes de los años sesenta para los izquierdistas tener una o dos células de obreros, campesinos o estudiantes, era ya una conspiración; hacer un mitin “relámpago” en un mercado de la Obrera, la Portales o en una fábrica, era una hazaña y realizar una manifestación de mil o dos mil gentes en el Paseo Reforma era magnífico. Después de 50 años las células desaparecieron, los mítines no causan ninguna emoción y las marchas por Reforma sólo son un paseíllo tradicional. Antes dudábamos si nos permitiría marchar el gobierno o nos tenía preparado una represión. Al llegar a la cita (por ejemplo al Ángel de la independencia), nos colocábamos a 50 o 70 metros rodeándolo y vigilando si había ejército o policía; cuando alguien se atrevía a correr en medio aparecían los 200 o 300 que estaban deseosos de agruparse.

2. Hoy aquella emoción, aquella convicción manifiesta en los mítines y marchas parece haber desaparecido; aquellos puños cerrados, duros, en alto, pidiendo mueras al gobierno ni se ven ni se escuchan; hoy se ve algo parecido a una procesión donde un cura lee las frases con unos rezadores que repiten como si fuera una letanía en “el santo rosario”. En tanto varios miles de soldados disfrazados de policías encapsulan las marchas para evitar que se desvíen hacia lugares vetados de antemano por el gobierno. Ahora se acude a las marchas y mítines a saludar a los amigos y a realizar una buena plática; no a demostrar fuerza, combatividad y a profundizar la conciencia de lucha. Yo que jamás he tenido contingente fijo, o los he sentido aburridos y con sueño, siempre he buscado al más combativo para gritar con ellos. Prefiero a los chavos que van al frente y grafitean paredes.

3. Me han parecido siempre esos chavos estudiantes los más combativos de las marchas y manifestaciones; se busca desprestigiarlos llamándolos “provocadores”, pero desde hace 50 años así llamaban a los izquierdistas radicales: “acelerados”, “anarquistas”, “provocadores”. Utopistas. Como preguntaban Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: ¿“Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista, de zahiriente comunista, por sus adversarios en el poder?” Hoy la palabra comunista no asusta a nadie porque muchos que así se autonombraban están integrados al poder, son legisladores y reciben fuertes salarios; hoy se le tiene miedo a los ultraizquierdistas, a los izquierdistas radicales, a los anarquistas, a los jóvenes libertarios que, para alejarlos más, los yanquis y grandes burgueses los califican de “terroristas” o “provocadores”.

4. Aunque Marx y Engels, al final del manifiesto Comunista ya hablaban de “violencia” cuando escribieron: “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente… los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cabio, un mundo que ganar”. Hay que subrayar y repetir mil un veces que quienes imponen la violencia nunca son los trabajadores, sino la clase gobernante que explota, oprime y cierra todas las puertas para solucionar los problemas. Los radicales de izquierda, los anarquistas lo único que han hecho es responder a la violencia reaccionaria con la defensa revolucionaria.

5. Con eso de los acarreos de gente con la mínima conciencia de que no acude sólo a aplaudir, y el uso de artistas para entretener a los curiosos, ya de plano me parecen circos o teatros que no ayudan a educar políticamente a la gente. Recuerdo los mítines del PRI de los años sesenta y setenta en los que desfilaban artistas de talla nacional antes que hablara el primer orador y cuando éste lo hacía le chiflaban y gritaban porque el público prefería a los artistas que divertían. Dado que el 90 por ciento de los asistentes eran acarreados y pagados ya no se anunciaba mitin del PRI sino festival artístico gratuito ofrecido por el PRI. Los acarreos pueden ser engañosos porque los que asisten por un partido asisten por los demás. Quizá existan agencias ya encargadas de colocar la cantidad de acarreados que se necesiten por un fuerte suma de dinero.

6. En México el 95 por ciento de la población le mienta la madre al gobierno y a los empresarios, pero en lugar de salir a protestas a la calle y manifestarse, prefiere quedarse en su casa viendo televisión. Algunos miles que hemos protestado en Monterrey, Cancún, Guadalajara, Mérida, contra la clara intromisión yanqui para imponer sus políticas en México, hemos sido bautizados como provocadores ultraizquierdistas. Los dos brutales cercos en Monterrey en todo el centro histórico; los cercos en Cancún y el suicidio del coreano por impotencia; la brutal represión y encarcelamiento de estudiantes en Guadalajara; las decenas de estudiantes maltratados y encarcelados en México cundo se firmó el Plano Iniciativa Mérida por Bush y Calderón. ¿Realmente éramos provocadores por el hecho de protestar y exigir paso libre?

7. Muchos compañeros hablan de infiltrados por el gobierno y la policía; esto es muy probable, pero estos están en todos lados. Sólo la CIA, el FBI, la DEA, los empleados de la embajada, asesores militares y “turistas” yanquis, deben ser unos 20 mil distribuidos en México en las principales instituciones. ¿Puede descartarse que periodistas, “intelectuales”, los más altos funcionarios, no estén penetrados por Sistema Nacional de Seguridad de los EEUU? Pienso que hay que cuidarse mucho de los provocadores e infiltrados, pero también de quienes dejan que la clase dominante le siga jugando el dedo en la boca. Si seguimos creyendo en los pactos, los arreglos, en los cargos dentro del gobierno, en los simples mítines y marchas, sin realizar bloqueos de aeropuerto, bancos, bolsas, carreteras, teléfonos, Reforma, el gobierno seguirá burlándose de nosotros. (14/X/13)

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