martes, 8 de octubre de 2013

octubre 08, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 8-X-13

Pararon clases durante dos meses en Oaxaca, pero ninguno de los profesores va a ser despedido, aunque así lo marque la Ley.

Sus marchas y bloqueos generaron pérdidas estimadas en mil millones de pesos, pero ellos negociaron apoyos estatales por más de 100 millones de pesos sobre los que no tienen que rendir cuentas.

Atemorizaron a los ciudadanos, golpearon a policías, prendieron fuego a un agente, causaron destrozos a comercios privados e infraestructura pública, pero se regresan a su trinchera sin una orden de aprehensión. 


Y encima de todo —al anunciar que ya van de vuelta a Oaxaca para reiniciar clases el 14 de octubre— dejan claro que ellos no permitirán que se lleve a la práctica el censo educativo del INEGI para saber cuántos maestros hay, el examen del INEE que permitirá conocer la calidad de los profesores ni la reforma aprobada por el Poder Legislativo.


Los maestros sindicalizados en la CNTE repitieron en este 2013 —sin miedo ni equivocaciones— la mismita estrategia que han venido empleando desde que se fundaron a finales de la década de los 70 (ver Historias de Reportero, “Clash”, del 11 de septiembre de este año) .

Estiraron la liga incluso más allá de donde la opinión pública pensó que se rompería, no les importó el rechazo popular, le jugaron “venciditas” a los gobiernos y les ganaron, al llevarse de regreso a su estado dinero, prebendas, perdón e impunidad.

Tal y como se adelantó en esta columna, siguiendo disciplinadamente sus métodos de lucha que aprendieron en manuales maoístas y leninistas, dejarán una representación simbólica en plantón en el DF y el grueso de los disidentes se irá de regreso a su natal Oaxaca, donde ostentan el control político, financiero y operativo de las escuelas, donde gobiernan la educación.

En cambio, a quien sus mismos métodos de lucha no le han funcionado es a Andrés Manuel López Obrador. Necesita reinventarse urgentemente.

Sus mítines son ahora de “miles” de personas cuando antes eran “decenas de miles”. Su discurso suena viejo, repetitivo, y no hay nuevos grupos ciudadanos que se adhieran a su denuncia contra la privatización del petróleo. No ha logrado emocionar a la sociedad con su defensa nacionalista, como lo hizo en campaña.

Tiene menos gente, pero ésta es cada vez más radical. Así, todo apunta a que veremos en este 2013 a un López Obrador más parecido a la CNTE (menos gente pero dispuesta a ir más lejos) que al Andrés Manuel de 2006 (con más gente, pero en actitud mucho menos rijosa). Por eso están preocupados sus rivales en partidos y gobierno. Tantas concesiones a la CNTE sólo pueden explicarse como una estrategia para evitar que el tabasqueño nutra sus convocatorias.

Muchos tienen la impresión de que en el tema Pemex, Andrés Manuel se va a “jugar su resto”, es decir, en ello le va el futuro político. Los métodos a su alcance comienzan a exhibirse: el primer acto es bloquear el Senado.

SACIAMORBOS

El viejo ya se recuperó de su enfermedad, pero el nuevo no lo quiere dejar volver.

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