martes, 1 de octubre de 2013

octubre 01, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 1-X-13

Él quería enseñarles El Cid Campeador, pero sus estudiantes le pedían literatura “más picante”. La Casada Infiel o La Celestina. El profesor Jorge Mario Bergoglio —hoy papa Francisco— accedió.

Otro día se acordó que su maestra de piano se había convertido en secretaria de Jorge Luis Borges y consiguió llevarlo a clase para que leyera un par de textos de los alumnos. Tenía 28 años de edad.

Mientras México sufría —y aún sufre— los embates del agua, pasó de prisa la noticia de que el papa Francisco concedió una reveladora entrevista de seis horas en tres sesiones al padre Antonio Spadaro, representante de un conglomerado de revistas jesuitas.

Ahí cuenta esta anécdota, pero está lejos de ser lo más interesante.


Tras décadas en las que la Iglesia católica se concentró en catequizar a sus fieles de la cintura para abajo, el papa Francisco parece decidido a enfocarse en lo que sucede de la cintura para arriba.

Más corazón y menos sexo. Más misericordia, perdón, comprensión, amor. Y menos obsesión por condenar el condón, el aborto, a los homosexuales, los divorciados vueltos a casar, las relaciones prematrimoniales.

Dice que ve a un mundo herido por las batallas cotidianas y la Iglesia debe ser un hospital de guerra, donde los sacerdotes se dediquen a sanar las heridas sin andar regañando al paciente porque tiene alto el colesterol.

La declaración más reveladora de la extensa entrevista es:

“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo no he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar”.

Agregó que hace falta “el genio de la mujer” en la toma de decisiones en la curia y remató asegurando que él no es de derecha. Casi paralelamente, el nuevo secretario de Estado del Vaticano ha dejado abierta la puerta para revisar el celibato al que están obligados los sacerdotes.

Hasta ahora, el discurso es lo suficientemente audaz tanto como lo suficientemente ambiguo.

Francisco podría ser el Papa de la Iglesia 2.0, de la Iglesia actualizada con su tiempo, la e-glesia, el gran reformador. Que administre la extremaunción al celibato, las prohibiciones de preservativos, a la imposibilidad de que comulguen los divorciados vueltos a casar, al papel marginal de la mujer en la estructura eclesiástica...

…o podría quedarse en el Francisco que defendió ultraconservadoras posiciones cuando era cardenal y en su Argentina se discutían todos estos polémicos temas; que al menos por ahora plantea sólo un cambio de enfoque en el discurso más que un cambio de fondo en la doctrina; que cita la histórica “opinión de la Iglesia” y se dice hijo de ella.

SACIAMORBOS

Que últimamente habla mucho del “diablo”. Bromea con que le está dando batalla ahora que trata de limpiar la corrupción administrativa de sotana que se encontró.

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