viernes, 11 de octubre de 2013

octubre 11, 2013
I
La anestesia sabe a toda mi infancia,
lo sé porque hace unas horas amputaron la luz de la ventana.


II
Aquí no hay sala de parto
aquí Leticia sangra aguas negras de los tímpanos
    ¿Para qué vienen los días nublados?
-    Si todavía hay un quirófano donde se incendian lámparas de ecos.
Leticia responde entre suero y silencio


III
        ¿Por qué callejón viene Leticia?
Los sudores del recreo se siguen escribiendo
aun cuando Papá se enoje y escupa fogatas
aun cuando Mamá jale las patillas del cielo para regañarla.
Hoy Leticia dibuja la infancia con el iris.



IV
Cuando creíste en el sueño ciego
    ¿Creíste dormir con imágenes que forman pájaros de azufre?
He leído en tu oreja parte de mi infancia.
Leticia no debes de olvidar a Lalo.
El chico que traza un río de vocales mudas.
Lety, recueda que mi abue  se mira con tus ojos,
Por tanto conoce la historia de Sergio y sus llanuras.
    Eres la mujer de la camilla veintitrés
y todavía murmuras juventudes.


V
Buenos días Sergio
Ya es octubre y el otoño enjuaga los ojos.
Afuera tu hermana Lety y el espejo de la Eva bíblica.
Sergio levanta la tinta de la foto,
la tarde existe como un pretexto de parques.
Hay un ciclo de vida en la saca cuatro,
camina hacia urgencias,
asciende a los relojes
porque mi abue teje sombras y rosarios con su sangre.


VI
Octubre tiene formas de ceiba,
viene Lalo, con todos sus cuerpos.
Allá la ventana aúlla de noche.

Ven y pregúntale a Sergio
de todas las citas con la espera,
ya no sé hablarte con mi nombre,
abajo de las metáforas, hay una almohada.

Todo verso duerme con su muerto.




VII
El espejo es una herida que abre;
desde adentro se lee el agua,
por fuera una lluvia sedante habla de crepúsculos.
    Tengo el sueño escondido atrás de la puerta.
Hoy soy Leticia,
mañana seré larva de árbol.

Aprendo el oficio de nacer,
soy el zodiaco diáfano,
tengo una lengua disfrazada de columna.
    Sergio ven, no sueltes la cafeína.
Ese escapulario conoce a Lalo y
a todas mis matrices.
    ¿Ya viene mi tía?
Me pregunto descalza y vestida de hormigas.

Sergio y su estampa de San Judas,
entiende que este verbo parece de sales.
    Soy la Leticia sin puertas.
En esta música de mar interno está Lalo
repitiendo el mismo poema.
Quiero perder mis sequías sin frecuencias de radio,
tengo una sala de espera que no espera nada.
    ¿Dónde está el mineral de mis pasos?
    Mamá no te mueras en mi útero,
    primero termina de tejerme las manos,
    soy el estambre de una sola sangre.

Eres abanico de mi ráfaga.


VIII
La sed es cabalística.
Mamá sabe que tengo hambre,
a veces doy vueltas y no escribo mis paredes
 ¿Hoy quién viene a vestirme de catéter?
Hace siete años fui Leticia,
hoy me llamo siete y repito los otoños.
Se cierra el área de choque,
todos hablan de instantes.
Yo prefiero la dilatada aparición de mis vocales,
no estoy para mis hijos ni los ventanales de hojas.


IX
Tampoco hablo de los fríos.
    ¿Papá, por qué no me hablas?
Aquí se conocen mis páginas bajo el suero,
¿Reincides en el iris todavía?
Mamá ha venido y eso que todavía no nace,
soy insistente, lo sé.
No creas que tengo más ramas y menos rosarios.


X
Primer contacto:
¿Quién viene a esfumarse?
Hay una llama de rostros clínicos.
    Una jeringa pronuncia mi nombre,
    Abue, estás afuera, lo sé
    porque pasas por mi frente
    como un ciervo que anuncia atrás de las nubes.

No permitas los relojes en tu pecho.
Estoy aquí respirando blancos.


XI
Leticia piérdete de este campo de voces
Lalo no desistas de sanarme los verbos
Sergio estás para adjetivarme
Leticia no me dejes
Lalo ten otra hora para mi cuerpo
Sergio del diáfano veintitrés
Leticia voz en off de columpio
Lalo cicatriz de la espera
Sergio no me dejes, no te vayas.
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Con este poema ganó su autor el XII Concurso de Poesía José Díaz Bolio

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