lunes, 30 de septiembre de 2013

septiembre 30, 2013
ROMA, Italia, 30 de septiembre.- Italia vuelve al caos y a una situación de emergencia política y económica, con la crisis de gobierno más absurda y complicada de la historia de la República. El caos es el amargo regalo que Silvio Berlusconi ha hecho a los italianos en su 77 cumpleaños, onomástica que celebró ayer en su villa de Arcore.

En un desesperado intento por salvar su piel tras ser condenado por fraude fiscal, «Il Cavaliere» quiere derribar al actual Gobierno y adelantar elecciones, sin más miras que sus intereses personales y con completo olvido de la crítica situación en que se encuentra el país. Así lo denunció el propio primer ministro, Enrico Letta, quien atacó duramente a «Il Cavaliere»: «Ha cometido un acto de locura e irresponsabilidad», al obligar a dimitir a los cinco ministros de su partido que forman parte del Gobierno de coalición.

Silvio Berlusconi, con su perro Dudú al llegar a su residencia en Roma. Renunciaron cinco de sus ministros y se tambalea el gobierno. (Reuters)

Pero algunos ministros y muchos diputados de Berlusconi no comparten las posiciones extremas de los halcones que rodean últimamente a «Il Cavaliere», que empujan al partido al radicalismo y que han aconsejado al ex primer ministro que opte por el derribo del Gobierno. Se ha producido así una especie de soterrada insurrección de los moderados que intentan hacerse ahora con el control del partido.


De forma sintomática, cuatro ministros dimisionarios han expresado su disenso. Lo hicieron de forma abierta el extitular de Reformas Constitucionales, Gaetano Quagliariello, y el de Transportes, Maurizio Lupi. También la exministra de Sanidad, Beatrice Lorenzin, expresó sus reservas. Incluso el ministro del Interior e incondicional berlusconiano, Angelino Alfano, ha advertido: «Una nueva Forza Italia no debe estar en manos de extremistas».

El primer ministro italiano, Enrico Letta, dialoga con el presidente del país, Giorgio Napolitano (la mano en alto). (AFP)

«Así no se puede continuar. Forza Italia (el nombre del partido que sustituirá al Pueblo de la Libertad, PDL) no puede ser un movimiento extremista», comentó Maurizio Lupi, en un ataque directo a los halcones que han empujado a Berlusconi hacia la crisis. Igualmente explícito fue Quagliariello: «No me adheriré a esa Forza Italia, que toma decisiones, como se ha hecho en Arcore, sin la presencia del secretario del partido».

También el portavoz del partido de Berlusconi en el Parlamento, Fabrizio Cicchitto, criticó que se tomara la decisión de forzar la dimisión de los ministros sin consultar con el partido.

En busca de tránsfugas

No es descartable, por tanto, una escisión en el partido. O al menos que algunos diputados moderados del PDL den su voto de confianza a Enrico Letta para que dirija un nuevo Gobierno. De hecho, el Partido Democrático de Letta se ha movilizado ya para hacerse con los votos moderados del PDL, al tiempo que buscan también a eventuales tránsfugas del Movimiento 5 Estrellas descontentos con el cómico Beppe Grillo.

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, y el primer ministro, Enrico Letta, no van a arrojar la toalla. Y trabajan ya en examinar las opciones para un gobierno «Letta bis». Este sábado por la noche Letta se entrevistó con Napolitano para diseñar una estrategia ante la crisis. Todas las opciones están sobre la mesa, aunque el propio presidente manifestaba que solo habrá convocatoria de elecciones si no hay otra alternativa: «Las Cámaras serán disueltas solo si es imposible formar Gobierno», aclaró.

El primer ministro, Enrico Letta, tiene previsto acudir al Senado para presentar una moción de confianza, para ver si cuenta con una mayoría que le permita seguir gobernando. El primer ministro planteará un programa muy breve, con dos cuestiones urgentes: la aprobación de los nuevos presupuestos y la elaboración de una nueva ley electoral. Esta última cuestión es urgente porque si se acude a las urnas con la actual se corre el riesgo de que, como pasó tras los anteriores comicios, el partido ganador se encuentre bloqueado en el Senado por los partidos perdedores.

Reforma electoral

En el caso de que Letta logre salvar la crisis sin acudir a nuevas elecciones, se baraja ya el nombre del titular de Economía, Fabrizio Saccomanni, un tecnócrata del Banco Central italiano, como posible jefe de un nuevo Gobierno limitado fundamentalmente a dos objetivos: la ley de presupuestos y la reforma electoral.

Así las cosas y ante la alarma disparada por una crisis inesperada, Berlusconi se sintió obligado ayer a dar una justificación. Para ello aprovechó una manifestación de Forza Italia en Nápoles. Por teléfono y en tono exaltado, viéndose ya en campaña electoral, el ex primer ministro insistió en que quiere derribar al Gobierno por intentar subir el IVA: «Nos hemos encontrado frente a una izquierda que continúa metiendo mano en los bolsillos de los italianos. Querían hacer pagar a los ciudadanos más IVA y aumentar el precio de los carburantes. Tras lo que exclamó: «Por fin anoche pude dormir sereno, diez horas, tras cincuenta y cinco noches sin pegar ojo». «Ganaremos las elecciones. Estoy listo para la batalla, no me canso de combatir», insistió.

Desde que fue condenado por fraude fiscal, Berlusconi ha jugado al «cuanto peor, mejor» y «después de mí, el diluvio». El problema es que su juego ha hartado a la mayoría del país, y en todos los medios, con la excepción de los de su grupo editorial, se ha desatado un clamor de protesta contra la actitud de «Il Cavaliere». (ABC)

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