viernes, 16 de agosto de 2013

agosto 16, 2013
Pedro Echeverría V.

1. El señor general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa Nacional, acaba de calificar de “provocadores” a aquellos campesinos, trabajadores y ciudadanos que se defienden ante las provocaciones reales del gobierno que ordena represión y cárcel para pobladores que simplemente tratan de defenderse. Se olvida que para apagar fuegos se aconseja usar la inteligencia y no echarle más gasolina para que se incendie toda la pradera. Debe entender el Jefe del ejército –Enrique Peña Nieto- que su secretario de defensa en lugar de encender más fuegos debe apagarlos y no actuar como Felipe Calderón que tuvo que tragarse la lengua porque en lugar de 100 incendios provocó 100 mil. La estrategia asesina calderoniana debe enterrarse.

2. Hace 50 años los militares del ejército y la armada estaban por lo general en sus cuarteles. Encerrados allí se les respetaba porque no le hacían mal a nadie, aunque se les criticaba mucho porque cobraban un salario sin trabajar. Sin embargo se pensaba que “estaban para defender a la patria ante cualquier agresión extranjera”. Claro, muchos militares se propasaban por la autoridad que sentían tener sobre los humildes del pueblo, pero también se les perdonaba alejándose de los lugares donde estaban. Se sabe que en muchos países no hay ejército y que la China antigua no lo tuvo durante muchos siglos. Quizá por eso en la Comuna de París de 1871, el gobierno obrero decretó la desaparición del ejército y los anarquistas están contra toda autoridad y fuerza.

3. Pero desde hace 30 años, en la medida en que comenzó a crecer la miseria, el hambre y el desempleo, se comenzó a decir que los secuestros y los robos a las familias ricas se estaban incrementando; que se estaban registrando muchos asaltos y robos de automóviles y que ahora la inseguridad pasaba a ser el primer problema. En lugar de solucionar la pobreza y la miseria para reducir el problema, se puso todo en manos de la policía y el ejército. Así los empresarios, el gobierno, los medios de información –para no ser secuestrados- comenzaron a hacer más grande el asunto de la inseguridad y la delincuencia obligando al gobierno de multiplicar el presupuesto en contratación de policías y soldados para que se vigile todo el país. Los guardaespaldas crecieron en número.

4. No conocemos en cifras el número de militares del ejército, la armada, la aviación y de los cuerpos de policía que hay en México. Por informaciones diversas pienso que son como un millón de militares y por lo menos medio millón de policías. Los profesores en el país son aproximadamente un millón doscientos mil; pero es casi seguro que las fuerzas de seguridad pueden ser mucho más. ¿Y cuanto será el presupuesto federal que consumen las fuerzas de seguridad que en otras condiciones no serían necesarias? ¿Se sabe acaso cuántos soldados tienen que desertar cada año para no tener que enfrentarse a los muy bien armados narcotraficantes? A pesar de que la mayoría de los soldados son de origen campesino, que ingresaron al ejército por falta de empleo, prefieren decir “aquí huyó y no aquí murió”.

5. Conocimos paradas militares, así como exhibición de tanques de guerra y aviones, en los desfiles programados en el calendario, o a miles de soldados de las llamadas guardias presidenciales cuando había que cuidar la visita de un presidente yanqui; pero después que Calderón asumió la Presidencia en 2006 –con el pretexto del combate al narcotráfico, que por cierto se ha multiplicado- hemos tenido al ejército y la armada hasta en la sopa, lo vemos penetrar en todos lados. Con excepción de algunos riquillos que cuidan sus propiedades, es mentira que la población pobre, humilde y desempleada, pida la presencia del ejército. ¿No han escuchado el grito nacional de que el ejército debe estar en sus cuarteles?

6. Así que señor general de los cienfuegos, no sea “muy hombre” como Felipe Calderón. Busque cambiar de estrategia tratando de entender al pueblo que ya está hasta la madre de tanto autoritarismo y abandono. Los campesinos, los maestros, los luchadores sociales no son provocadores; los que si son auténticos provocadores del descontento son los empresarios y el gobierno que los mantienen en la miseria y la opresión. Parece que aunque en México no se vea mucho, en el mundo está ardiendo el descontento; parece que la chispa se ha estado convirtiendo en llamarada y el ejército quiere apagarla poniéndole más combustible. Espero que no muera más gente humilde como las 100 mil del sexenio pasado. Todavía creo que no. (15/VIII/13)