domingo, 25 de agosto de 2013

agosto 25, 2013
Opinión de JMRM

Pasada la media noche de hoy, llegué a El Fogoncito Altabrisa. Triste fue mi sorpresa al ver que una noche de fin de semana el restaurante estaba completamente vacío.

Desde mi llegada hasta mi partida yo fui el único comensal.

Como todos sabemos, la imagen de esta cadena de restaurantes se ha visto injustamente afectada por la infección que padecieron los miembros de la familia Chan Rivero, infección que resultó en la muerte de la mamá y la hija. Infección que nada tiene que ver con El Fogoncito.

Aún antes de que se determinara el origen de su intoxicación estomacal, que fue rastreada a Maxcanú, numerosos cibernautas supusieron, infundada e injustamente, que el origen de su mortal malestar había sido El Fogoncito, a pesar que desde un principio la misma Fiscalía estableció que la familia había comido en otros lugares y que ninguno de los 250 comensales que acudieron el pasado fin de semana al restaurante se enfermaron.

Es preciso establecer estos hechos para dejar claro que no sólo no hay una pizca de evidencia que nos permita culpar a El Fogoncito por este incidente, sino que hacerlo fue anticipado e irresponsable.

Tal vez el lenguaje del boletín original de la Fiscalía General del Estado dio pie a que la gente sacara conclusiones apresuradas. Tal vez se debió hacer énfasis, desde un principio, en el hecho de que la familia comió en otros lugares.

He sido cliente de El Fogoncito desde hace al menos cuatro años. Empecé a ir cuando estaban en El Louvre, frente a la Plaza Grande. Cuando esa sucursal cerró en marzo o abril del año 2010 comencé a ir a la de Prolongación Montejo.

El Fogoncito Montejo (Foto: JMRM)

Cuando cambiaron el frijol de las enfrijoladas (no estaba malo, sólo sabía diferente), comencé a ir a la sucursal de la Gran Plaza, que cerró hace unos meses.

Actualmente, cuando me es posible, voy al que está en Plaza Altabrisa, y nunca me arrepiento de almorzar o cenar allí.

He sido cliente leal de El Fogoncito por años y puedo asegurar que jamás he visto cucarachas, ni meseros estornudar en la comida, ni ningún manejo inapropiado de la comida. Me apena mucho ver los trabajos de los empleados de las tres sucursales que quedan en Mérida en riesgo debido a que hay personas que creen rumores infundados y calumniosos.

Aunque la gente en general pueda ser, en lo que respecta a cuestiones de salud y seguridad, demasiado rápida para llegar a conclusiones en base a meros temores irracionales, recordemos que también es olvidadiza. Así como dicen que "No hay mal que dure 100 años" en Yucatán "No hay indignación que dure una semana".

Esperemos esa falta de memoria sirva en beneficio de quienes, en este caso, son víctimas inocentes del chisme y el mal manejo de la información: Los meseros, cajeros, bartenders y cocineros de El Fogoncito. (JMRM)