sábado, 20 de julio de 2013

julio 20, 2013

Es indudable que a principios del siglo XIX, Yucatán era muy pobre; mas no faltaban algunos ricos, más o menos relativos; uno de ellos era el padre Meneses y Tenorio, Provisor del Obispado y, en cierta época, aspirante a la Sede. Además de harta plata, el cura Meneses era dueño de varias fincas, entre ellas la famosa hacienda Xcanchacán, en el partido de Ticul. Para agrandarla, empeñose en comprar la finca Hunabché, colindante con ella y propiedad de doña Felipa Pacheco de Fajardo.

Negábase doña Felipa a las reiteradas instancias del cura, hasta que, fastidiada, dijo un día que sólo vendería su hacienda si le daban por ella de contado mil onzas de oro.

--José-- dijo el clérigo dirigiéndose al indio que lo acompañaba-- entrégale a la "niña" mil onzas de las que llevas en tu sabucán--.

Y en el acto fueron vaciadas a los pies de la dama las mil relucientes peluconas, cada una de las cuales valía diez y seis pesos españoles.

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