martes, 16 de julio de 2013

julio 16, 2013
CARACAS, venezuela, 16 de julio.- Cilia Flores ya no será “la primera combatiente”, el ridículo cargo que le impuso su marido, Nicolás Maduro, cuando hace tres meses asumió la presidencia vacante de la República Bolivariana de Venezuela. El jefe del Estado anunció en medio de una reunión de gobernadores afectos al gobierno central que se había casado con su compañera la noche del lunes en Caracas.

El alcalde del capitalino Municipio Libertador, Jorge Rodríguez, fue el encargado de oficiar el acto civil al cual asistió la familia directa, según el escueto parte dado a conocer por el consorte. “Fue una decisión sabia unirnos de acuerdo a lo establecido en nuestras leyes. Queremos mandar un mensaje claro, de fortalecimiento de nuestra juventud”, dijo el mandatario antes de pasar a otros temas.



Flores, una abogada de 60 años, cruzó su camino con Maduro poco después del cuartelazo protagonizado por Hugo Chávez en 1992. Ambos formaron parte del grupo de personas que superó el entusiasmo inicial que supuso la puesta en largo del comandante y perseveró a su lado para construir un proyecto político y tomar el poder. Aunque ahora permanece a la sombra de su esposo, ella es una de las más importantes dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela. Sucedió a su pareja como presidenta de la Asamblea Nacional en 2006, fue jefa de la fracción parlamentaria del oficialismo y la última Procuradora General de la República nombrada por el caudillo.

Quizás por todas esas razones Maduro consideraba como un “concepto de alcurnia” las responsabilidades de una Primera Dama para su mujer. Esas labores no son poca cosa para quien vive a la sombra de la obra de su esposo. No es el caso de Cilia Flores, cuyo perfil propio dentro del chavismo marcará una enorme diferencia con sus antecesoras. Han transcurrido nueve años con el puesto vacante. Hugo Chávez, que llegó a la presidencia en 1999 casado con Marisabel Rodríguez, se divorció en 2004. Su segunda hija, María Gabriela, hizo las veces de acompañante oficial en algunos actos de Estado. Resta por ver si la prensa oficialista empezará ahora a llamarla por ese cargo. (El País / El Universal Venezuela)

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