miércoles, 17 de julio de 2013

julio 17, 2013
COAHUILA, 17 de julio.- El templo del Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras, en Coahuila, una de las obras más antiguas que construyeron los jesuitas en el territorio de México, fue sometido a un proceso de restauración que permitió el descubrimiento de pintura mural del siglo XVII en cenefas y arcos, misma que fue rescatada, y ahora su fina textura de cal puede ser apreciada en todos los muros interiores de la iglesia, edificada en adobe y ladrillo.

Fotos: Héctor Montaño

La pintura se recuperó a través de un arduo trabajo manual, en el que se utilizó bisturí para retirar la capa de colores que cubría los pigmentos antiguos. Además se hallaron algunos fragmentos de murales anteriores que no pudieron ser rescatados debido a que el patrón que seguían estaba incompleto, por eso sólo se dejaron visibles algunos motivos.

El trabajo de restauración lo llevó a cabo la Asociación Adopte una Obra de Arte AC, de Torreón, con la dirección del restaurador Eduardo Elizalde, bajo supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a cargo de la arquitecta Cynthia Villarreal, con la finalidad de frenar el deterioro que había sufrido la edificación jesuita por el paso del tiempo, problemas de humedad y el ataque de polilla a elementos de madera que decoran su interior.

La pintura mural de cenefas y arcos se encontró al hacer la primera limpieza de paredes, y al momento de efectuar las calas de los colores que había debajo de la pintura que estaba a la vista.

El templo, abierto al culto religioso, es de un solo nivel de planta en cruz latina, con un altar barroco decorado en sus inicios con hoja de oro de 24 kilates; tiene cuatro capillas laterales y una anexa, la sacristía y el área del antiguo Colegio, donde hoy se resguarda un importante archivo nombrado “Matheo”. El sotocoro conserva su viguería de madera y su piso es de mosaico de pasta, hecho a mano y fraguado durante un mes antes de colocarse.

Altar barroco decorado con hoja de oro.

El director del Centro INAH-Coahuila, Francisco Aguilar, detalló que antes de la intervención, el templo tenía humedad, principalmente en el muro de la fachada lateral poniente, misma que también ocasionó desprendimiento de aplanados en el área de guardapolvo y en las bases de los arcos que flanquean la nave.

Un equipo de arquitectos y restauradores atendieron las humedades y los desprendimientos de aplanados; restituyeron resanes mal acabados, cerraron una fractura ligera que tenía el pretil colindante a la torre del campanario, y resanaron una grieta de la fachada principal.

Francisco Aguilar especificó que el templo no tenía daños estructurales pero sí había problemas con las bajadas pluviales, cuyo sistema en el norte de México se caracterizan por ranuras en el muro (comúnmente llamados “lloraderos”) y por ahí escurre el agua desde la azotea; aquí se recuperaron los lloraderos originales.

Los trabajos de restauración se llevaron a cabo con los materiales que se usaron originalmente para la construcción del Colegio: cal, arena y baba de nopal como aglutinante.

Asimismo, se restituyeron las áreas del piso que se encontraban deterioradas; se dio tratamiento de conservación a la campana y las vigas que la sostienen, se repusieron los cristales rotos de las ventanas, se retiró el barniz sintético de la puerta principal y se dio tratamiento de conservación a la herrería del siglo XIX y XX.

Se restauraron, además, cinco óleos de los siglos XVII y XVIII.

También se repararon los techos y se cambiaron las tabletas de la viguería de madera del sotocoro, afectada por insectos xilófagos (polilla).

Además de la obra arquitectónica, el proyecto de restauración del templo del Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras incluyó la atención de los bienes muebles: fueron restauradas cinco obras de caballete de los siglos XVII y XVIII, de autor anónimo, que se encontraban en mal estado de conservación; el trabajo se hizo con el apoyo de familias coahuilenses que las adoptaron para solventar su intervención, informó el titular del Centro INAH-Coahuila.

En tanto, el retablo del altar —también del siglo XVII— se limpió y aplicó un tratamiento contra plagas para erradicar los insectos xilófagos, y se recuperó parte de la hoja de oro que se veía muy dañada.

Junto con la estructura del retablo fueron limpiadas y desinfectadas nueve esculturas de madera policromada de los siglos XVII y XVIII; así como dos elaboradas en pasta en época moderna que se encuentran en los nichos del retablo.

El restaurador José Luis Huidobro, especialista en atención de retablos, propuso elaborar un proyecto integral que permita desmontar el altar, trabajar pieza por pieza y devolverlo a su estado original.

Otro elemento que se restauró es el pórtico de la entrada principal, que estaba guardado dentro del Colegio y se regresó a la entrada del templo; no es el original, pero data de finales del XIX. En las ventanas se colocaron mantas para que la luz no dañe la pintura mural.

Archivo jesuita “Matheo”

El antiguo Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras reunió uno de los archivos más extensos e importantes de la región del sur de Coahuila; son cerca de 500 volúmenes que contienen documentos de los siglos XVI y XVII, ahora resguardados en ese espacio.

Mediante el proyecto de recuperación del templo fue restaurada el área del archivo, se cambió la estantería y el INAH-Coahuila hizo el inventario de los documentos, a través del trabajo de la historiadora Gabriela Román. Entre los textos identificados está una carta del Obispo de Guadalajara al párroco de Parras (1598).

También se encuentran manuscritos del siglo XVI que tratan de la fundación de Viesca, el poblado que dio origen a la región Lagunera; y una serie de documentos que refieren la historia de Saltillo. “Es un archivo importante de la región sur de Coahuila, uno de los más importantes”, dijo Francisco Aguilar.

Finalmente, el titular del Centro INAH-Coahuila informó que el Instituto cuenta con un Proyecto de Protección Técnica y Legal para la Zona de Monumentos Históricos de Parras, en el que ha involucrado a la sociedad civil para colaborar en la conservación de los monumentos históricos del estado.

Cabe recordar que Parras de la Fuente es la única Zona de Monumentos Históricos declarada por el Gobierno Federal en Coahuila (1998), y junto con Parral y Valle de Allende, en esa misma entidad, y Álamos, en Sonora, son las cuatro existentes del norte de México. Parras tiene registrados 397 monumentos históricos en alrededor de 87 manzanas que comprende la poligonal declarada. El templo del Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras forma parte del conjunto de monumentos que reciben protección. (Boletín INAH)