jueves, 25 de julio de 2013

julio 25, 2013
MÉRIDA, Yucatán, 25 de julio.- A continuación reproducimos una entrevista que el Diario de Yucatán hizo hace casi 24 años a don Arturo José Humberto Milán y González (Progreso, 29 de enero de 1909 - Mérida, 31 de mayo de 2002), quien fuera dueño, junto con sus hermanos Ignacio y Eugenio, de la famosa tienda "La Constancia", también conocida como "Hermanos Milán".

Como dato genealógico, mencionamos que Arturo, Ignacio y Eugenio fueron hijos de Héctor Milán Palomeque y Pura González Marín, esta última natural de Camagüey, Cuba. También fueron sus hermanos Ana, José, Eliodoro y María de la Fe Milán González.

DIARIO DE YUCATÁN, domingo 27 de agosto de 1989, Sección Local:

La nevería Milán, aquel rincón progreseño

La otrora popular nevería y dulcería "Milán" de Progreso vendía "muchas, muchas cosas, casi de todo", pero llegó a distinguirse por una especial: sus helados y, entre ellos, las combinaciones más elaboradas que eran saboreadas por muchos meridanos que hacían "viaje especial" al puerto para disfrutarlos. Arriba y abajo de estas líneas, dos imágenes de uno de los tres fundadores de la famosa nevería, el Sr. Arturo Milán González, durante la entrevista que concedió al Diario en su domicilio de Progreso acompañado de su esposa, Profra. Jacinta Brito de Milán, con quien aparece en la imagen al pie de la página.- (Fotos de María Teresa Mézquita).

Don Arturo Milán González recuerda muchas de las cosas de otros tiempos en el Progreso antiguo, los coches de caballo, la construcción del muelle nuevo y el puerto de abrigo, los barcos extranjeros que tocaban puerto, los huracanes esporádicos, las pocas casas de temporadistas, los únicos dos trenes diarios.

Cerca de 80 años son los que forman parte de los recuerdos de don Arturo, quien con sus hermanos ya fallecidos compartiera la administración de la nevería y dulcería "Milán" a mediados de este siglo en los conocidos "portales de Progreso, enclavados en el centro de este puerto, en una de sus calles actualmente más transitadas.

La nevería Milán vendía "muchas, muchas cosas, casi de todo", pero se distinguió por una ene especial: sus helados y, entre ellos, las combinaciones más elaboradas ("banana split", "tres marías"), que eran saboreadas por muchos meridanos que hacían "viaje especial para disfrutarlos, junto con las "champolas", los dulces -"una bolsa de 20 merengues costaba un peso"- y muchas cosas más.

"En la primera mitad de este siglo Progreso era muy, muy pequeño. En Chicxulub había muy pocas casas y el puerto terminaba en la calle 30, desde el parque Morelos, más allá no había nada", relata don Arturo.

- Mi hermano Ignacio fue el fundador de la tienda en los alrededores de 1930 -agrega el Sr. Milán González, quien nació en 1909-. Al principio fue sólo un estanquillo, pero luego creció poco a poco hasta que en 1934 "Nacho" me llamó para que lo ayude.

- Llegué en 1935 -añade- porque yo estaba en el extranjero desde 1928 cuando viajé a Nueva Orleans, EE.UU., para trabajar como mesero, y entre 1933 y 1934 hice un viaje a Asia en un barco en el que me enrolé y gracias al que pude pasear por Filipinas, Corea, Hawái, Tokio, Kioto y otros más, sin ser oficial "de carrera".

EL TREN, ÚNICO CONTACTO

"Muy al principio, los trenes eran nuestro único contacto con Mérida y después de salir el de las cinco, quedábamos incomunicados. Cuando llegaba el de las 10:30, las venteras de pescado se ponían frente a los portales para vender su mercancía a la gente que llegaba a pasar el día. Con un peso podía alimentarse toda la familia...".

Y la tienda creció. Fue entonces cuando compraron la cantina de un Sr. Bauzal que estaba en los portales y establecieron allí su negocio. Entre otras cosas, la gente se sintió muy atraída por ese establecimiento porque los Milán recibían mercancía extranjera de los barcos que tocaban puerto.

- Y lo que les gustaba mucho -rememora el entrevistado- eran las combinaciones como el "ice cream soda" que consistía en una bola de helado sobre un vaso de agua mineral fría, el "sundae" 8dos o tres bolas de helado con nuez picada y frutas en almíbar cubiertas de chocolate líquido), el "tres marías", el "banana split" que tenía plátano y "claro de luna", que consistía en una copa grande con dos biscotelas en el fondo, encima tres bolas de helado y sobre éstas, mermelada, malvavisco y nuez molida.

"En ese entonces, el malecón era muy corto y no había muelle grande ni puerto de abrigo. Los antecesores del muelle nuevo fueron dos, a uno lo llamaban "Benito Juárez" y la gente humilde ponía sus hamacas para dormir allí y pasar la noche cuando no tenían donde quedarse...".

Otra de sus recetas de éxito fue la "chufa", una bebida delicada de almendra exprimida y comprimida, así como la mantequilla que ellos fabricaban "y que envolvíamos en unos paquetes grandes que tenían una vaquita como distintivo". Por ellas, los meridanos hacían viaje ex profeso "y hasta me alcanzaban al salir del cine o de las fiestas cuando yo estaba cerrando la tienda para que les vendiera un helado".

- Cuando eso todo era diferente; llegaban muchos barcos extranjeros, con gran cantidad de mercancía diversa. Entonces sí era posible tener buena calidad y al mismo tiempo no teníamos problemas de impuestos.

"Mucho antes, cuando la Revolución llegó hasta aquí, mi padre nos encerró en una casa de mampostería en Chicxulub, porque en la que vivíamos era de madera y mi padre temía que los tiros la traspasaran. Tiempo después, poco antes de la guerra de Vietnam, también se vio por aquí a algunos militares, pero eran norteamericanos y se alojaron en una casa grande del puerto. Eran como 75 gentes...".

Los meridanos hacían viaje ex profeso para saborear sus helados.- "Se llevaban preso al que andaba en calzonera por la calle"

EL MUELLE NUEVO

- ¿Sabe usted qué decía la gente? -pregunta don Arturo sonriendo- cuando preguntaban ¿fuiste a Progreso?, la pregunta inmediata era ¿fuiste a Milán?; y si la respuesta era no, replicaban: "Entonces, no fuiste a Progreso".

Los sabores que Milán tenía son los tradicionales en las heladerías, como pudimos comprobar en el amplio reportaje que hicimos en días pasados: mango, mamey, guanábana, pistache, zapote, nance, coco -"el principal"-, y el de mantecado "al que ahora le dicen vainilla".

- Cuando eso, el azúcar era blanca y se podía usar en repostería- observa con seriedad don Arturo- en cambio, la de ahora parece tierra.

"Para hacer el puerto de abrigo, rompieron la carretera para así poder meter el mar a la ciénaga, sólo que varias casas resultaron perjudicadas. A la inauguración vino (el ex presidente Gustavo) Díaz Ordaz en un yate norteamericano. Para la construcción del muelle se encargó una compañía danesa, hace 40 o 45 años. De la misma época es también la iglesia que ahora está frente al parque, pero entonces tenía el frente de madera...".

- Los domingos había mucha gente, las mesitas se extendían por el pasillo de los portales y algunas personas consumían de pie -apunta el Sr. Milán-. Tal vez muchas se fueron sin pagar porque a veces no podíamos controlarlos pues incluso no esperaban siquiera a que el helado fragüe y se lo tomaban sin endurecer, con popote.

Para trabajar y elaborar sus recetas, los hermanos Milán (Ignacio, Eugenio y Arturo) necesitaron su propia planta eléctrica "que nunca dejaba de funcionar". Asimismo, el único teléfono público que había en el puerto era el de ellos, y para comunicar a los progreseños los mensajes que de Mérida llegaban, los Milán tenían un chofer que fungía como recadero.

"¿Sabe que estaba prohibido andar en calzonera por las calles de Progreso? Si le veían caminando así, le llevaban preso. Bueno, las costumbres eran otras, porque hasta las muchachas usaban trajes de baño largos hasta abajo de las rodillas y para entrar o salir del mar siempre las esperaba alguien con una toalla o bata. Era impensable que se exhibiesen. Ahora ya todo cambió...".

- Los teléfonos que usábamos eran de manigueta -explica el Sr. Milán González- y cada llamada costaba cincuenta centavos. Había que comunicarse con la operadora para que hiciera la conexión con quien se quería hablar. Así, por teléfono, avisé del incendio en la desfibradora de henequén de don augusto "Chato" Iturralde, por ejemplo.

- En los carnavales -añade- mi hermano "Nacho" hacía un carrito alegórico con dos bicicletas, y lo disfrazaba de casita de paja, caja de bombones, dirigible u otra cosa, y mis hijos lo conducía.


VUELTA AL PRESENTE

Don Arturo Milán tiene cuatro hijos: Ana María de Escalante, Arturo, Margarita de Gómez y Pura de Gómez. Su esposa es la Sra. Jacinta Brito de Milán, profesora jubilada. El Sr. Milán González fue por mucho tiempo representante consultar honorario de Estados Unidos, y ayudaba a los visitantes extranjeros que solicitaban su apoyo. Después de vender la heladería, se dedicó "a dar servicio a los yates y a negociar con las casas de barcos".

En 1964 dejó el negocio a cargo de sus sobrinos, quienes finalmente lo vendieron después de más de 30 años de existencia. Ese local nunca se volvió a utilizar como negocio al público: ahora en ese sitio está la bodega de la "Casa Patrón", otro antiguo establecimiento.

"Como dije antes, el puerto era muy pequeño, pero siempre me ha gustado más que Mérida porque allá hay mucho calor y aquí no. Prefiero nuestro clima, a pesar de los huracanes como "Gilberto". ¡Ah, antes de que él lo destruyera, el malecón siempre había sido el mismo!...".

Ahora esta población es mucho mayor y, según el Sr. Milán, posiblemente con el puerto de altura se desarrolle más. "Pero lo que siempre ha existido, desde el principio, son las casas de temporadistas y los visitantes", asegura al referirse a tantos yucatecos que en diversas épocas del año se acercan a la orilla de la Península, buscando el mar, la arena y la fresca brisa de Progreso, el puerto que empezó a vivir en 1871.

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