domingo, 16 de junio de 2013

junio 16, 2013

En el año de 1775, don Pedro Almeida Ximénez, que tenía entonces trece meses de edad, se fué gateando hasta las patas de una mula cerrera y se incorporó agarrado al corvejón del animal, que se estuvo inmóvil y sin hacerle el menor daño.

En un poema autobiográfico en doce jonadas con doce cantos que publicó en 1838 bajo el título de "Un mejicano. El Pecado de Adán con notas alusivas a la Independencia de México y en particular de esta provincia de Yucatán", el mismo don Pedro narra el episodio con unos versos que terminan así:

"Mi madre que el peligro disimula

por no hacerle mayor, corre, apresura,

se ataja y queda absorta; en tal premura

halló que, toda amor, Naturaleza

proveído había cual madre, a tal sorpresa

inspirando a las fieras que la infancia

debe ser respetada; en observancia

la bestia de esta ley, se estuvo quieta,

hasta que a mi placer volví a la teta".   

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