domingo, 2 de junio de 2013

junio 02, 2013
JAÉN, España, 2 de junio.- Todo el mundo ha escuchado una y mil veces aquello de que hay que comer zanahorias porque son buenas para la vista, hasta el punto de que se ha convertido en una especie de mantra mil veces repetido sin que mucha gente sepa realmente argumentar el porqué de la afirmación ni cuál es la base científica sobre la que se sustenta.

La zanahoria, como la lechuga, el brócoli o las coles de Bruselas, tiene luteína, un antioxidante que tenemos en la mácula del ojo (una zona del fondo ocular) y que nos protege de los rayos solares, que afectan a estos órganos igual que afectan a nuestra piel.

Las zanahorias contienen luteína, sustancia que nuestros ojos necesitan para protegerse de los rayos del sol.


¿Qué pasa si no ingerimos suficiente cantidad de alimentos con el citado componente químico protector? Pues que existen más posibilidades de que la mácula se degrade, dando lugar a una enfermedad, la degeneración macular senil, que provoca pérdida de transparencia en el cristalino y, por tanto, problemas de visión (que se manifiestan sobre todo a partir de los 50 años).

Para solucionar este problema, investigadores de las Universidades de Jaén, Granada y Almería están trabajando para obtener un complemento alimentario con el que garantizar la ingesta de la dosis diaria recomendada de luteína, en este caso en forma de aceite de oliva cargado de antioxidantes procedentes de una microalga cultivada por los almerienses.

"La idea es coger una microalga, purificar la luteína y disolverla en aceite de oliva virgen extra, para que tomándolo en nuestra dieta, incorporemos en nuestro organismo la cantidad necesaria de este antioxidante para prevenir la degeneración macular senil", cuenta a ELMUNDO.es de Andalucía Ruperto Bermejo, profesor del Departamento de Química Física y Analítica de la Universidad de Jaén, que coordina el proyecto.

Para facilitar su consumo, el equipo de expertos está desarrollando tres formatos de presentación: aceite para ensaladas, cápsulas rellenas de aceite y perlas de gelatina con el aceite enriquecido inyectado (especialmente pensado para los niños, porque son una especie de gominolas).

De esta forma, se da un valor añadido al jugo de aceituna, que después de este proceso tiene un tono más amarillento al habitual. En lo que respecta al sabor, de momento no hay datos, ya que aún no se han realizado las pruebas que demuestren que es inocuo y, por tanto, que no existen riesgos para el consumo humano.

"Estamos en un país europeo, y la legislación en ese sentido es muy estricta. Ahora mismo estamos en la fase final de este proyecto, que incluye cultivar el alga, obtener la luteína y echársela al aceite", explica Bermejo, reconociendo que "en investigación no se puede ir tan rápido como nos gustaría".

"El siguiente proyecto, para el que vamos a pedir financiación y que será ya para 2014, es ensayar que ese aceite no sea perjudicial, que no lo va a ser porque el alga es completamente natural, pero hay que demostrarlo", concluye el responsable de la investigación. (EL MUNDO)

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