sábado, 25 de mayo de 2013

mayo 25, 2013
MADRID, 25 de mayo.- A mediodía de este jueves moría en Madrid José Luis Solaguren, propietario de los famosos restaurantes José Luis y a la sazón ‘tabernero del Rey’. Tenía 85 años y una mala salud de hierro, motivo por el cual le acababan de colocar un marcapasos. Una operación de la que había salido bien y de la que se recuperaba satisfactoriamente, según narran fuentes familiares a Vanitatis. Pero el destino tenía la fecha fijada en el calendario y su muerte ha coincidido con los últimos días de la feria de San Isidro, de la que tanto disfrutaba. Tenía tocados los pulmones y por eso estos últimos años pasaba los inviernos en su casa de Miami junto a María José, la mujer de su vida, de la que no se separó ni un día desde que se casaron hace seis décadas. Una vez conocida la noticia de su fallecimiento, los amigos han acudido al cementerio de La Paz en Tres Cantos (Madrid) para despedirse de él.

El popular cocinero estaba considerado como una de las figuras más importantes de la gastronomía española.

A José Luis le sobraba el apellido para ser una referencia en el mundo de la restauración. Sólo con decir “quedamos en José Luis” se sabía dónde era la cita, ya que sus dos restaurantes llevan su nombre. El único dato que había que aclarar es si se trataba de uno de los ocho locales de Madrid, del de Barcelona o del de Sevilla, lo demás venía dado por la presencia de este hombre bajito, amigo del Rey, que siempre vestía impecable con su traje azul marino y las corbatas que le regalaba la gente que le quería, incluido el monarca, con quien se las intercambiaba. Más de una vez, en las recepciones en el palacio de la Zarzuela, donde su catering era imprescindible, el Jefe del estado se acercaba y se apoyaba en él para descansar: “Menos mal que estás siempre al quite”, le decía mientras miraba su corbata. Y si le gusta se la quitaba allí mismo y hacía el trueque con su súbdito y amigo. Porque así lo consideraba don Juan Carlos y, antes, su padre, el conde de Barcelona.

Verdadero experto en el mundo de las tapas, (botanas) Jose Luis hizo de su famosa tortilla de patatas toda una leyenda.

Nunca presumió de esta amistad ni de ninguna otra y eso que por su casa pasaron los grandes personajes internacionales que llegaban a la capital. No necesitó sus favores y puede ser que a la inversa sí, porque algunos de sus locales fueron el escenario de reuniones de alto nivel de políticos de izquierdas cuando ser de izquierdas era delito. Entre pincho de tortilla, de solomillo o de merluza rebozada se pactaban acuerdos y derechos fundamentales, mientras  José Luis cuidaba de que nadie molestara, y mucho menos la temida policía secreta. Los padres de la Constitución redactaron la Carta Magna mientras en un anexo José Luis preparaba los recesos gastronómicos.

Nicolás Redondo, vasco como él, lo ensalzaba, lo quería y decía que el restaurante José Luis fue uno de los lugares donde siempre se le recibió con los brazos abiertos, aún en los tiempos de “Nico el de la naval, cuando no tenía un duro”. Cuidaba de sus amigos al margen de la ideología porque él se definía como un hombre del mundo: “Yo sólo quiero respeto, que fue lo que me enseñaron y he visto en casa”. Se encargó de organizar los banquetes de bodas de Julio Iglesias, Raphael, Rocío Dúrcal y Ana Aznar Botella, a la que al igual que a sus hermanos le preparó la fiesta de la Primera Comunión. En la boda de El Escorial tuvo el detalle de preparar otro catering para la prensa que esperaba en la puerta la llegada y salida de invitados. Acostumbrado a trabajar desde los 13 años.

Además de los restaurantes, las cervecerías, y el catering, el restaurador también se interesó por el mundo del vino adquiriendo en 1988 las bodegas Mocén, en Valladolid.
-“He sido limpiabotas, he lavado platos, he hecho de todo”, decía-, tenía un respeto profundo por el trabajo ajeno. Aunque estuviera  invitado al evento, supervisaba absolutamente todo. Era y será siempre José Luis ‘el tabernero’. Él mismo lo decía: “No me gusta que me llamen restaurador. Suena muy mal. Yo soy tabernero”. Descanse en paz. (HOLA / VANITATIS / Paloma Barrientos)

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