domingo, 26 de mayo de 2013

mayo 26, 2013
Pedro Echeverría V.

Arnoldo Martínez Verdugo
(Foto: Cuartoscuro/Archivo)
1. Personalmente le tuve estima a Arnoldo por bondadoso, así como a muchos miembros del PCM amigos y camaradas; pero lo esencial en este caso de partido y asuntos políticos de poder, no puede ser de amistades personales que se conservan, sino de posiciones ideológicas y prácticas políticas. Arnoldo Martínez Verdugo no fue un intelectual ni un tribuno, sino –como se dice- “un hombre de partido” desde que en 1959 logró que Dionisio Encinas dejara la secretaría general del PCM, misma que había ocupado 19 años con el apoyo del estalinismo que dominaba en la URSS, el PCUS y todos los partidos comunistas. Al triunfar Jruschov en 1956-57 sobre la dictadura de Stalin (1924-53) vino “el deshielo comunista” y también en el PCM cambiaron las cosas en beneficio del dúo: Arnoldo Martínez-Manuel Terrazas que dominó por dos décadas.

2. Siendo parte de la juventud del PCM, lo conocí por un viajé a la ciudad de México a un congreso de la Central Nacional de los Estudiantes Democráticos realizado en 1964. El local del PCM estaba entonces en las calles de Tabasco y en las noches, después de las 22 horas, nos reuníamos jóvenes para sacar acuerdos. Recuerdo a varios directivos que se pasaban día y parte de la noche en el local: (Lino Medina, Franco,) Sin embargo, en 1965 comencé a entrar en contradicciones con el PCM al conocer los materiales del debate chino-soviético, al leer algunos materiales del trotskismo, al leer las diferencias con la revolución cubana y, sobre todo, al estar en contacto con algunos militantes de la corriente Espartaquista encabezada por Revueltas, Rojo y Roussett. Mi cambio de residencia al DF se convirtió en lo más importante y lo hice.


3. En el DF no tuve confrontación personal con ningún miembro del PCM; al contrario, muchos de ellos me los encontraba en reuniones o actos y nos saludábamos. Pienso que todas las confrontaciones políticas tuvieron raíces ideológicas: La posición del PCM frente al cardenismo y los frentes populares, el trotskismo que se extendió en México a partir de 1938, el manejo del estalinismo dentro del PCM, las expulsiones de 1953 (Laborde, Campa, Sánchez Cárdenas, Lumbreras, Velasco, Ortega Arenas) y las expulsiones de 1959-60 que dieron origen al espartaquismo: Revueltas, Rojo, Lizalde, Labastida, Guillermo Roussett, el doctor Mario Rivera. Todos estos cambios tuvieron sus raíces en las políticas que imponía el PCUS a nivel internacional. Fue sólo a partir de 1968, cuando a raíz de la intervención soviética en Checoeslovaquia, que declaró el PCM algunos márgenes de independencia.

4. Podría decir que desde 1965 –aunque conservé mucha amistad, como hasta hoy con muchos de sus militantes- a nivel ideológico mantuve fuertes confrontaciones con el PCM, sobre todo con aquello de la Revolución Democrática de Liberación Nacional que ponía al imperialismo yanqui como enemigo principal. Así que de Arnoldo sólo me enteraba de lo que los lectores de los periódicos La Voz de México, Oposición, de la revista “socialismo”, “Nueva Época”, publicaban y de lo que hablaba con varias decenas de miembros de las “células universitarias” del PCM en el CCH y la UNAM. La realidad es que el PCM vivió muy apegado a la línea del PCUS a pesar de las posiciones políticas de los del PCCH que apoyaban a Vietnam y del Partido castrista que –por medio del Che- hacía críticas al PCUS y al ventajismo comercial de la URSS.

5. En aquellos años Arnoldo –que sólo era “hombre de partido”, era muy diferente a Lombardo Toledano que sí era un intelectual reconocido, además de buen orador y conferencista; sin embargo Lombardo –que había fundado el PP en 1948 y seguía dirigiendo ese partido en 1960 ya bautizado por él como Partido Popular Socialista (PPS), estaba muy comprometido con los gobiernos en turno del PRI que lo subsidiaban. El PCM, que era el partido oficial del comunismo internacional, mantenía mucha independencia del gobierno, pero no había duda de que ese partido mantenía acuerdos bajo la mesa con el gobierno, tanto para recibir subsidios como para evitar cualquier represión. No podía ser de otra manera la conducta del PCM que era un partido grande.

6. Un episodio que resultó muy interesante en la vida política de Arnoldo fue el secuestro del que fue objeto, creo que en 1985, a manos del Partido de los Pobres reclamándole un dinero que le fue dado como resguardo. Al parecer Arnoldo usó ese dinero para comprar un local del partido y para otros gastos políticos del partido; fue sin duda nefasto su proceder al usar para el PSUM un dinero que no era de la organización. Los compañeros guerrilleros guerrerenses exigieron un dinero por el secuestro y parece ser –aunque me parezca extraño por lo oscuro del asunto- que el gobierno de De la Madrid se encargó de entregar el dinero. Pero ese sólo fue un suceso fuera de los problemas que significaron su dependencia del llamado movimiento comunista internacional encabezado por el PCUS. ¿Puede olvidarse el libro: “El proletariado sin cabeza” del escritor José Revueltas?

7. A veces erróneamente pensamos que las grandes o medianas personalidades determinan los cambios sociales cuando ellos son sólo sujetos de la historia que se topan con ella y se acomodan a las circunstancias. El PCM, que nació en 1919 por consigna de la Internacional Comunista, vivió hasta principios de los 80. No fue nunca la cabeza del proletariado porque la burguesía y su gobierno, la clase empresarial, el imperialismo de los EEUU, la misma sociedad capitalista, fueron con mucho, muy superiores. Con Arnoldo o sin él, el PCM formó parte de los partidos comunistas del mundo y vivió su tiempo; fue un partido de centroizquierda y de izquierda en diferentes momentos; se alió, aunque también se opuso, a otras organizaciones izquierdistas. Creo que cualquier balance que se haga del PCM y de Arnoldo Martínez Verdugo, puede resultar limitado pero interesante. (25/V/13)